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Una pareja para soñar

  • Printezis y Freeland, básicos en el triunfo en Belgrado, se perfilan como la base sobre la cual debe crecer el Unicaja · Su juventud no les impide asumir responsabilidades

De Atenas (Grecia) a Farnham (Inglaterra) se extiende la línea de flotación sobre la que se asienta el nuevo Unicaja. La primera victoria, en Belgrado, trajo la constatación de que Giorgos Printezis y Joel Freeland son las bazas más ilusionantes de esta plantilla. Recibieron el bautismo europeo con la camiseta verde en un sitio apropiado. El inglés llegaba virgen a la Euroliga, el griego sí tenía ya la mili completa en el Olympiacos, presencia en Final Four incluida. Ambos dieron un paso adelante para traer a Málaga el primer triunfo de la temporada.

Comparten no pocos detalles en sus vidas Joel Freeland y Printezis. Ambos tienen un pasado en el fútbol. El inglés soñaba con ser el delantero centro del Tottenham y el griego portero del Olympiacos. Jugaron en su adolescencia con los pies, uno marcando y otro evitando goles, pero encontraron a tiempo el camino adecuado. Mejor con las manos.

También llamaron los dos la atención de la NBA. El primero fue Freeland, pese a ser dos años menor. Con apenas 19 años fue elegido en el último lugar de la primera ronda en 2006 por los Pistons, que traspasaron sus derechos a los Blazers. La franquicia de Oregon le tiene bajo vigilancia intensiva. De hecho, el traspaso desde el Gran Canaria al Unicaja fue supervisado por Kevin Pritchard, aquel base del Cáceres que ahora es general manager en Portland. Freeland firmó por cinco temporadas con el Unicaja, aunque su cláusula es asequible a partir de la segunda para no obstaculizar el previsible salto del charco.

Printezis fue elegido en el puesto 58 en el draft de 2007, al cumplir los 22, su año natural, por los San Antonio Spurs, aunque sus derechos fueron más tarde a Toronto. En el equipo más europeo de la NBA tampoco le quitan ojo a la progresión del juego del ateniense, que llegó a Málaga con un contrato de tres temporadas buscando los minutos y la responsabilidad que en El Pireo no tenía. De momento, da señales de que se siente cómodo en ese rol. Ha encadenado dos partidos entre el notable y el sobresaliente ante Madrid y Partizan. "Me gustó la forma en la que el Unicaja se acercó a ficharme y lo que querían de mí. Quería tener responsabilidad", responde el griego cuando se le cuestiona por qué abandonó un grande como el Olympiacos.

Hay que juzgarle, evidentemente, con más tiempo. Pero desprende muy buenas sensaciones. Postea con eficiencia, en Belgrado dejó un par de bailes en la zona muy interesantes, penetra con técnica y decisión al mismo tiempo y es capaz de acabar con las dos manos indistintamente. De hecho, es zurdo para todo en la vida salvo para lanzar a canasta. Su triple no ha lucido aún, pero la muñeca la tiene. Cuentan quienes le ven entrenar todos los días que mete mucho, pero su mecánica lenta de tiro le hace no lanzar con la frecuencia que su acierto demanda.

El tiro, precisamente es una de las facetas en la que Joel Freeland está centrado en mejorar. Y progresa, vaya si lo hace. Slavko Vranes puede dar fe de ello. Aíto ordenó al inglés que saliera fuera de la zona para lucir muñeca y sacar del partido al gigante montenegrino, que había puesto una tapa en la canasta propia para impedir los puntos malagueños, como recordó el técnico tras el partido.

Freeland abandonó la zona, donde dejó algún buen movimiento también después ante Maric, para poner la raya en los cinco metros y el triple para decidir el partido. "Tengo que mejorar en el tiro en movimiento. Desde el triple puedo tirar sin problemas, pero con los pies parados. Y en eso estoy", asegura el pívot inglés, que no tuvo oposición para lanzar desde fuera. Y con los pies parados posee una muñeca privilegiada para un hombre de su altura.

Tanto Printezis como Freeland hablan maravillas del Unicaja y de Málaga como ciudad. El griego ya entiende español de manera considerable tras sólo un mes de estancia. Él se marca final de año como frontera para hablarlo fluidamente. Freeland, por ejemplo, aún no concede entrevistas en castellano pese a haber estado cuatro años en Las Palmas. Pero ambos hablan el idioma del baloncesto.

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