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La presencia de Messi en tierra hostil

"¡Puto enano hormonado!". El insulto retumbó potente en las filas superiores, pero jamás llegó a los oídos de su destinatario, el incontrolable Leo Messi, foco de odios y frustraciones en el imponente estadio Santiago Bernabéu.

Porque no todo es admiración y reverencias cuando el mejor futbolista del planeta entra en acción. Sus visitas al templo del Real Madrid, al que volverá el 27 de este mes en las semifinales de la Liga de Campeones, liberan todas las frustraciones y prejuicios que sólo un hincha de fútbol puede combinar. Así, el Barcelona al completo es un equipo de "drogadictos".

"¡Drogadicto!", le gritan a los jugadores, pero con especial pasión a Messi y su entrenador, Josep Guardiola. "¡Yonki!", vociferan, apelando a la versión española de junkie, que no significa otra cosa, en inglés, que adicto a las drogas.

Hasta que llega el insulto más complejo, aquel que ataca a Messi por tres flancos: "Puto enano hormonado". Toda una síntesis, porque Messi recibió de adolescente un tratamiento de hormonas para paliar un déficit de crecimiento. Pero la descalificación no sólo apunta al pasado. Tildar de "drogadicto" a cualquiera que vista la camiseta del Barcelona es una tendencia instalada entre los hinchas blancos, a los que poco les importa que el club azulgrana reclamase la pasada semana ante la Justicia una indemnización de seis millones de euros al periodista que sugirió prácticas de dopaje en el equipo de Guardiola.

Y definir como "enano" a Messi es algo que, según El País, hace el propio Cristiano Ronaldo, obsesionado por su batalla particular con el argentino. Esta vez lo logró: pesó en el juego y anotó el empate de su equipo.

En el 1-1 de la noche del sábado las frustraciones eran especialmente fuertes para los hinchas blancos, que celebraron el empate como un triunfo. Explicable, en cierto modo, porque el Barça de Guardiola les había ganado los últimos cinco partidos.

Shakira, novia del defensa Gerard Piqué, era blanco de cánticos no precisamente amables cuando llegó la mayor oleada de insultos a Messi. El partido ya se acababa, y el argentino vio cómo se le iba la pelota por la banda. Frustrado, le dio con furia al balón, que impactó con fuerza en un espectador situado a un par de metros. Extraña reacción del argentino, al que el portugués Pepe se apresuró a preguntarle si estaba loco. Toda una paradoja, ya que el defensa blanco es conocido por perder el control.

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