No había comenzado la temporada y el Espanyol se disponía a recibir un golpe tan inesperado como difícilmente superable: la muerte de Dani Jarque, capitán y bandera del espanyolismo, más cuando Tamudo mantiene una guerra abierta con su propio club. Ante tal tesitura adversa, el cuadro que dirige Mauricio Pochettino se encomendó a su fortaleza mental. No le quedó más remedio que hacer acopio de ánimos y levantar la cabeza. De momento, triunfa en su reto.
El Espanyol está a seis puntos de los puestos de descenso a pesar de la tragedia que le sacudió. A pesar, también, de sus malísimos números a domicilio. El bloque catalán, ante la falta de poderío económico, se sostiene sobre la juventud que brota de su cantera y el buen hacer en su nueva casa de Cornellá-El Prat. Pochettino, remedio de urgencia que el año pasado salvó al equipo, aporta un discurso moderado y una apuesta futbolística basada en la intensidad en la presión y la búsqueda del gol al contragolpe. Así venció al Málaga hace una vuelta.
sin balón
Presión para robar el balón y salir rápido hacia la meta contraria. Ésta es la premisa a cumplir cuando no tiene el balón el Espanyol. El malagueño Baena es el jugador que recibe el encargo de morder al rival desde el centro del campo. Trabajo que se une a la contundencia de Pareja en la zaga.
con balón
Velocidad y movilidad de sus hombres de ataque. No se esconde el Espanyol cuando tiene en su poder la bola, pues Luis García, Callejón, Verdú y Javi Márquez son futbolistas que gozan de la posesión, aunque la preferencia es no abusar en exceso del esférico y sí usarlo para fabricar rápido una jugada ofensiva.
lo mejor
La lucha y espíritu combativo de un conjunto que ha sabido sobreponerse al drama por la pérdida de Jarque. La velocidad en la parcela ofensiva es otra de sus armas. Se trata de un equipo que rentabiliza muy bien sus goles.
lo peor
La transformación que sufre el Espanyol cuando compite lejos de su estadio. No vence ni marca a domicilio desde hace más de cinco meses. Por otra parte, Pochettino echa en falta recursos en su banquillo. Fichajes como Nakamura o Ben Sahar no han logrado adaptarse a la Liga.
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