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Una trituradora

  • Histórico El Unicaja acumula registros a favor en una paliza de época (56 puntos a favor) al DKV Joventut para constatar el alto vuelo que ha cogido el equipo, de nuevo en comunión total con la afición

Mañana habrá tiempo para bajar los humos y llamar a la calma, la prudencia y el sentido común. Hoy es un día placentero, para paladear dulces conquistas y para borrar muecas desagradable de un pasado no muy lejano. El Unicaja regaló un partido inolvidable en el que trituró al DKV Joventut (111-56) con una exhibición de época, con la plenitud concentrada en 40 minutos en los dos lados de la pista. Se puede aducir la precariedad y la bisoñez del rival. Se puede admitir, sí. Pero juegan dos y el Unicaja fue un gigante pegándole sopapos a un crío indefenso.

La historia y el destino son juguetones. Hace cuatro años, en el Palau Olimpic, el Unicaja perdió por 53 puntos en un duelo de Euroliga, aquella de la Final Four. Aquel día Ricky Rubio humillaba a Chylinski robándole balones y el pueblo badalonés pedía sangre. La hizo ayer el Unicaja con su rival, con Chus Mateo en la batuta, magistral, rotando a 12 hombres con un mínimo de nueve minutos en pista, todos anotando. Un chute de autoestima colectiva.

El recital trajo consigo una pila de records que verán desglosados en páginas posteriores, alguno de ellos de mucho calado. Pero, más allá de todo, fue la constatación de que algo grande puede estar germinando en este final de temporada en Málaga. Cinco victorias consecutivas, alguna de ellas con un juego soberbio, ratifican que esto no es casualidad. No puede serlo porque la pista no engaña. Y ahí el Unicaja es quizá el equipo más en forma de la ACB, con los grandes lamiéndose heridas europeas que ya cicatrizaron en Málaga. No es garantía de nada, es una impresión sólo. Pero genera una ilusión que se extiende por el Carpena, que bota y grita, se levanta mediado el último cuarto en un tiempo para tributar una ovación no recordada en ese instante, para darle las gracias a un equipo que estaba semimuerto hace tres meses y que ahora corre, vibra, sienta y festeja. Y juega.

El Unicaja gobernó desde el minuto al 40. Ganaba por 9 en el primer cuarto, por 17 al descanso, por 31 en el tercero... Por ¡56! al final. Un ejercicio de precisión defensiva y ofensiva que apuntilló a un DKV Joventut que apenas pudo oponer a Will McDonald como soldado de valor para pelear. Se empequeñeció con la figura de Nedzad Sinanovic, 19 puntos y 17 rebotes para reinvindicarse, para recordar que Aíto no le quiso ni para entrenar esta temporada. No será un figurón, pero sí es válido como un recurso en el amplísimo arsenal que ahora tiene Chus Mateo, que se esfuerza por incluir a Saúl Blanco y Terrell McIntyre en el batallón para empresas mayores. El primero ofreció señales de vida (19 puntos, 24 de valoración). Mateo ha rescatado para convertir en jugadores de élite, de mayor o menor recorrido, a Sinanovic y Almazán. Labor en la que tiene mucho que ver Paco Aurioles, algo más que un segundo técnico en un cuerpo técnico con relación fraternal y que ha conseguido inyectar ambición a un vestuario que ha acabado reaccionando. Un ejemplo lapidario, la diferencia en el rebote (46-16), suerte del juego que suele vincularse a la actitud y la voracidad. El Unicaja capturó más rechaces ofensivos (17) que totales el DKV. Sólo Sinanovic (17) también recogió más. Y resulta que la Penya es el equipo que más rebotea de la ACB (36.5). O sea, que casualidad no es.

Mateo tiene ahora recuperado a Carlos Jiménez, al que esperaba como agua de mayo desde que se lesionó en enero. Completa el puzle Jiménez, que regresó a un nivel tan bueno como el que se fue, siempre apuntalando. Se hace la boca agua con los destrozos que puede causar defensivamente el trío Berni-Jiménez-Garbajosa. Se le tachará de veterano o poco atlético. Pero en inteligencia baloncestística resiste difícil comparación. Jiménez hace al equipo más alto y más listo.

Mientras hubo partido real, Fitch y Freeland fueron las clásicas boyas anotadoras con las que flotar. Soberbio el recital de Blakney con la batuta, ha demostrado en las últimas semanas recuperar el nivel descollante con el que llegó. Nunca desentonó, pero dejó de brillar. Ahora afina. Incluso Tripkovic, el jugador número 12 en la rotación, tuvo 11 minutos. Puede ganar algún partido con su tiro. Mateo lo sabe.

En fin, tras el paseo por las nubes toca realidad. La igualdad sigue, pero si los resultados de hoy ayudan se puede apuntalar el lugar en el play off. Una vez se consiga, todo será cuestión de mirar hacia arriba. A este nivel, se puede pensar en algo grande. Pero hace falta constancia en esta excelencia.

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