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Con un único objetivo

  • Homenaje El Málaga se conjura para dedicar la victoria ante el Mallorca al desaparecido José Carlos Pérez Imagen La vuelta a La Rosaleda hace concebir esperanzas de ver al equipo mejor

Se quiera o no, el de esta tarde en La Rosaleda no es un partido cualquiera. Hay muchas dudas que saldar y un anhelo que cumplir. Será el primero que falte en vida el consejero consultivo José Carlos Pérez. Su fallecimiento el pasado jueves ha conmovido a todos los estamentos del club. Por sus sueños de ver un Málaga grande, en el vestuario blanquiazul son conscientes de que no hay mejor ocasión para dar ese primer paso.

Con un minuto de silencio en su memoria, que Paco Martín Aguilar pidió el viernes que sea sepulcral para después expresar cada uno sus emociones, comenzará un encuentro en el que el vestuario se ha conjurado para dedicárselo a él y a sus seres queridos.

El avance tan cacareado desde que el jeque Abdullah Al-Thani se hiciera con el control del club queda ahora más que nunca en la mano de Pellegrini, su cuerpo técnico y los jugadores, quienes son los que de verdad hacen que se produzca o no en el terreno de juego. El chileno vivió tras la conclusión del último partido en Granada las primeras muestras de desaprobación hacia su gestión de una afición sufrida y sufridora que también sueña con esa evolución prometida y que se amolda más al proyecto blanquiazul de lo que por ahora dice especialmente su juego.

Las dos versiones que ofrece este Málaga dan mucho que pensar. Viendo sus números en casa y fuera es como si el técnico chileno hubiera creado una especie de doctor Jekyll y mister Hyde. Generalmente indolente y de candidato al descenso se definirían las salidas de los de Martiricos. Hace casi tres meses que no ganan fuera y especialmente dolorosas, por lo abúlico de su imagen, han sido las derrotas cosechadas en Gijón, San Sebastián y Granada. Tres de las últimas cuatro, justo la serie que llevan consecutiva cayendo.

Por suerte toca regresar a La Rosaleda, donde las cifras del equipo hablan de la parte positiva de su manifiesta bipolaridad. Al abrigo de su gente es de esperar la buena cara del equipo, ésa que no encuentra continuidad pero que en casa dice que la lógico es ganar o, al menos, no perder. 20 de 30 puntos son los que han sumado. Justo al revés que fuera, donde sólo se han logrado ocho de los 33 puntos en juego, con dos tristes victorias: en Santander y, casualmente, ante el rival de hoy, el Mallorca.

Un conjunto balear bastante diferente al del encuentro de la primera vuelta; sin Laudrup, ahora dirigido por Caparrós, uno de esos entrenadores afamados por cómo moldea a sus equipos. A Málaga llega el utrerano con problemas por ausencias en todas sus líneas menos en la portería. Pellegrini pierde a Demichelis, su hombre de máxima confianza, el único jugador que había participado en todos los minutos de esta Liga (hasta que fue expulsado la pasada jornada). Pero recupera el dinamismo y la alegría que producen en el juego del equipo Isco. También a Sergio Sánchez, quien, tras cumplir su sanción como el benalmadense, se postula como una opción para que el Ingeniero no saque a dos centrales zurdos como son Weligton y Mathijsen, los dos específicos que le quedarían. Además vuelven a estar a su disposición Joaquín y Van Nistelrooy, dos de los llamados a ser emblemas de un equipo que parece peleado con el gol.

Hoy no es un día cualquiera para el Málaga. Con el sentimiento a flor de piel, con los crespones negros en señal de luto, se advierte el momento ideal para empezar a dar forma a los sueños de José Carlos Pérez, a los sueños del malaguismo que tanta capacidad de sufrimiento ha atesorado. Es el único objetivo.

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