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"Ni volví a pisar Málaga ni he vuelto a un estadio"

  • El ex dirigente blanquiazul reflexiona sobre su lustro en el palco: "Me estaba costando la salud; hay que ser un superhombre para aguantarlo"

"Tendría que haber un gran compromiso para volver a pisar un campo, el mismo motivo que me hizo entrar en el mundo del fútbol". Así resume Serafín Roldán Freire (Granada, 26/07/1951) su vida como dirigente deportivo. Muchos lo catalogaron como un hombre bueno en un mundo equivocado. Fue presidente del Málaga un lustro, pero su cuerpo lo encajó como una eterna montaña rusa. Ahora, en su dedicación como empresario de la industria gráfica, sus quebraderos de cabeza se los da internet. "Está devorando los libros. Son tiempos difíciles", asegura. Pero son tormentos con los que cuenta en el día a día. Los que le daba el balón ya son pretéritos: "No he vuelto a un estadio, es más, no he vuelto a pisar Málaga desde que me fui".

Que no haya regresado a la Costa del Sol es sólo por obligaciones laborales, no por falta de ganas. "Guardo muy buenos amigos con los que hablo, no sólo del Málaga. Pero a Paco Martín Aguilar lo quiero como si fuera algo mío, también a José Carlos Pérez", recuerda y entonces el tono de su voz ya no es agrio.

Su peculiar forma de hablar sigue intacta, aunque se le nota la sombra de años duros encima. "Dejé el fútbol de manera radical porque me estaba costando la salud; hay que ser un superhombre para aguantarlo", reflexiona un hombre al que su mujer le imploraba que se marchara tras dos amagos de infarto. Recientemente problemas de riñón le tuvieron durante cuatro meses con un catéter. "Pero que sepa todo el mundo que ahora estoy muy bien", subraya. Lo único que lamenta es que ya no puede aventurarse por Barcelona "disfrutando en la mountain bike", la pasión que le liberaba del día a día. Imperativos del cardiólogo. "Ahora camino mucho y troto, pero cuando se me disparan las pulsaciones paro".

Algo que le sucedía con frecuencia en el palco de La Rosaleda. Allí vivió el triste descenso en la 05/06. "No teníamos la peor plantilla de Primera, pero las cosas fueron mal", apostilla. También la conquista de la Intertoto y el primer paseo por Europa, "un gran orgullo". Ahora reflexiona sobre ambos extremos: "Posiblemente no tendría que habérmelo tomado tan a pecho. A algún colega lo he visto retorcerse en el palco y comerse los cigarros. Recuerdo en Coruña que hablaba con Augusto César Lendoiro y él me decía que un vicepresidente suyo le prometió que cuando se fuese nunca pisaría un estadio. Yo le decía que creía que me pasaría igual. Y así fue".

De su estela en el pasado destaca que cree "no tener enemigos" y que a lo mejor no mostró "el carácter adecuado para afrontar el fútbol", y duda en voz alta de que la gente se acuerde todavía de él: "Sólo se acuerdan de los personajes recientes".

Pero indirectamente Serafín Roldán siguió vinculado a este deporte. Después de traspasar diccionarios Vox a una multinacional y centrarse en cuatro imprentas familiares con las que trabaja en Barcelona y hasta Hispanoamérica, mantiene contactos con dirigentes de empresas periodísticas que no paran de invitarle al Camp Nou o al estadio del Espanyol. Aunque él sigue en sus trece de "no poner los pies en un estadio".

El vínculo sentimental continúa abierto. "Sigo siendo malaguista y le deseo los mayores éxitos a los nuevos propietarios. También me alegro de que Fernando Sanz saliera por la puerta grande, porque siempre pensé que dejaba el club en buenas manos", dice.

"Dependes de que entre una pelotita", es su definición sobre el fútbol. Ahora sus malos ratos son otros: "El soporte papel está de capa caída. La revolución digital era impensable. Hasta tengo amigos editores de prensa que dicen que no se reconocen cuando leen el periódico en la pantalla". Eso sí que lo considera sobrevivir, pero se ve con fuerzas para ello. Lo que ya no se cree capaz de alcanzar son sus "dos asignaturas pendientes: la informática y hablar inglés. Soy muy profano para eso, no sé ni cómo se enciende un ordenador".

Se ve como un nuevo Serafín Roldán. "El fútbol es pasado, pasé página". Como la de los periódicos generalistas que lee hoy y entre los cuales a veces encuentra información del Málaga: "Me voy enterando de cosas, pero poco. Ojalá pronto lea que el equipo está en Europa".

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