Tribuna Económica

Rogelio velasco

¿Tiene Macron un programa económico?

Hace tan sólo un año, Emmanuel Macron era sólo el nuevo ministro de Economía del Gobierno de François Hollande. Carecía de historial y experiencia políticas. Se había dedicado a la banca de inversión en Rothschild. No tenía partido político que lo respaldara. Resulta increíble que en solo un año haya sido capaz de organizar un movimiento político, sin ninguna estructura previa organizada y ser el más votado, superando al Frente Nacional. Con toda probabilidad, será el próximo presidente de Francia.

Es cierto que se han hundido las dos fuerzas políticas tradicionales, Republicanos y Socialistas, y que la mayoría de ciudadanos ha rechazado votar a los extremistas de derecha y de izquierda.

Pero esto no le quita mérito en un país con la madurez democrática de Francia. ¿Qué ha dicho, qué mensajes ha transmitido durante la campaña electoral?

Macron ha sido capaz, hasta ahora, de nadar y guardar la ropa a la vez. Político inteligente y bien asesorado, sabe que los mensajes políticos impopulares que afecten a grandes colectivos, están destinados al fracaso.

Al programa económico de Macron le falta definición y para cumplir las pocas promesas que ha hecho públicas confía en un nuevo modelo de crecimiento que genere empleo. Esto no es nada fácil y se repite en cada país europeo desde hace una década, cuando comenzó la crisis económica.

Contentar a casi todos se materializa en su promesa de blindar -una palabra que tanto gusta en nuestro país- la edad de jubilación y las pensiones. También, en un guiño a los jóvenes, regalar un cheque de 500 euros para que puedan asistir a eventos culturales.

Dotar con 10.000 millones un fondo para invertir en la industria y relanzarla resulta completamente insuficiente, dado el tamaño de la economía francesa. Pagar a las empresas durante un año el salario de las nuevas personas que se incorporen al mercado de trabajo va a resultar una carga considerable en los presupuestos públicos.

Excepto algunas afirmaciones superficiales, nada ha dicho sobre los problemas estructurales que afectan a la economía francesa. Con más de 6 millones de empleados públicos, unas pensiones generosas, una edad de jubilación de las más bajas de Europa y una deuda pública que iguala el PIB, la economía francesa necesita un revulsivo mucho mayor que el anunciado por el probable ganador de las elecciones.

El peso de la deuda es muy elevado y no tiende a reducirse. La economía lleva años creciendo al 1,5% -en el mejor de los casos-, totalmente insuficiente para financiar el enorme Estado del bienestar y para reducir la tasa de desempleo hasta el 7%, como ha prometido. Con tipos marginales del 55% (los más elevados del mundo, junto a Suecia), una mayor recaudación tiene muy poco recorrido.

Si Macron quiere relanzar la economía francesa tendrá que modificar la gigantesca inercia del Estado, cambiar el sistema de incentivos para emprender y crear empresas y una reforma laboral que simplifique las actuales 1.000 páginas que tiene el código laboral francés. No le va a resultar fácil.

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