Economía

El PIB español modera su caída y pierde un 4,1%, según el Banco de España

  • La entidad atribuye la mejora a las medidas de impulso puestas en marcha por el Gobierno.

La caída de la economía española se moderó de forma acusada entre julio y septiembre, y fue del 0,4% con respecto al segundo trimestre y del 4,1% interanual, según el Banco de España, que atribuye parte de esta mejora a las medidas de impulso puestas en marcha por el Gobierno.

En su último boletín económico, el organismo supervisor apunta así que el menor descenso trimestral del PIB desde que comenzó la recesión ha podido registrarse con la ayuda de algunas medidas como el Plan 2000E para la compra de coches o el Fondo Estatal de Inversión Local, iniciativas que en cualquier caso, recuerda, son transitorias.

El Banco de España advierte además de que la economía muestra aún importantes síntomas de debilidad, con una destrucción de empleo que pese a moderarse una décima sigue cayendo con fuerza, el 7%, y con un consumo privado y una inversión que continúan retrocediendo y que no pueden compensar la mejora del sector exterior.

Así, el consumo de los hogares continuó su retroceso en el tercer trimestre, con una caída del 4,9% que, aunque es ocho décimas menor que la registrada entre mayo y junio denota que todavía persisten "factores muy potentes" que "inhiben" las decisiones del gasto privado.

Entre estos factores destaca la repercusión que tiene la fuerte destrucción de empleo sobre las rentas salariales de las familias; el "negativo efecto riqueza" que supone la bajada de los precios en sus activos inmobiliarios y, en menor grado, el hecho de que el acceso al crédito siga siendo restrictivo.

La incertidumbre que perciben los hogares tiene no obstante un efecto positivo, el del aumento de la tasa de ahorro, que alcanzó máximos históricos, del 17,5% de su renta disponible.

En cuanto a la inversión, el Banco de España advierte de que la caída de la demanda interna y la aún débil demanda exterior, junto con la restricción del crédito y la incertidumbre que hay sobre el inicio de la recuperación siguen frenando los proyectos de inversión de las empresas, algo que no contrarrestan los bajos tipos de interés.

Así, la inversión destinada a bienes de equipo continuó cayendo intensamente, mientras que la dirigida a la construcción se estabilizó en cierta medida, en un contexto en el que mejoró la confianza de los empresarios del sector tanto sobre su evolución como en sus perspectivas.

Pese a todo, la demanda de vivienda sigue frenada por el desempleo y la incertidumbre que genera.

El sector exterior, sobre el que pesa la esperanza de la recuperación económica, registró sin embargo una menor aportación positiva al PIB que la que tuvo en el segundo trimestre.

Aunque en términos interanuales las exportaciones y las importaciones siguieron registrando fuertes retrocesos, las ventas al exterior crecieron con respecto al trimestre anterior, mientras que las importaciones se estabilizaron con respecto al periodo comprendido entre abril y junio.

Esta mejora está en línea con el contexto exterior menos desfavorable y, sobre todo, con la vuelta al crecimiento de algunos de los principales socios comerciales de España.

El Banco de España subraya por otra parte que el retroceso del empleo (del 7%) fue menos acusado en el tercer trimestre.

En concreto señala que el descenso de la afiliación a la Seguridad Social fue del 6%, siete décimas inferior al del segundo trimestre, muestra por primera vez desde que se inició la destrucción de puestos de trabajo una ralentización en esta caída.

El Banco de España analiza también la evolución financiera, y señala que en el tercer trimestre continuó el proceso de normalización de los mercados financieros nacionales e internacionales y se siguió recuperando la confianza de los agentes que en ellos participan.

Sin embargo, recuerda que la financiación del sector privado sigue evidenciando caídas, que han sido más acusadas en el caso de las empresas que en el de los hogares.

Así, aunque valora que prosiga el descenso de los costes de financiación de las familias y las empresas, el deterioro macroeconómico y el menor valor de los activos inmobiliarios sigue afectando a la posición financiera del sector privado.

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