Tribuna Económica

Gumersindo Ruiz

¿Salvará el comunismo la economía global?

El presidente de China, Xi Jinping, no ha dado en el encuentro de Davos un mensaje de universalidad, en el sentido de mostrar su implicación en los grandes temas a que se enfrenta nuestro planeta, pues cada vez que ha hablado de globalización lo ha hecho refiriéndose sólo a la economía. Pero nos ha dejado perplejos el contraste entre el presidente de Estados Unidos -una nación que es el símbolo del capitalismo-, refugiándose en el proteccionismo y desentendiéndose de las responsabilidades que su país inevitablemente tiene en los asuntos mundiales, y el presidente de China -máximo representante del Partido Comunista que la gobierna- diciendo que tienen que comprometerse con el progreso de una economía global abierta e inclusiva.

Su discurso sin duda aprovecha el vacío de liderazgo en el mundo, a excepción quizás de la canciller de Alemania, Angela Merkel, de políticos que tengan un mensaje, formal al menos, de solidaridad y progreso. Cuando hay una dificultad no es cuestión sólo de quejarse, echar la culpa a otros o eludir responsabilidades -ha dicho Xi Jinping-, sino de enfrentarse a los problemas que ha creado la globalización. Los problemas del mundo no pueden achacarse siempre a la globalización; las guerras internas, los refugiados, las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza están en el ámbito de las responsabilidades de los países, sus gobernantes y sus ciudadanos. Incluso, dijo el presidente chino, la crisis financiera internacional surge del deseo desmesurado de beneficios del capital financiero y un enorme fallo de regulación del mismo.

Con Xi Jinpig han viajado a Suiza los empresarios más poderosos de China, entre ellos el multimillonario Jack Ma, fundador de Alibaba, quien ha apoyado, como no podía ser de otra manera, las tesis de su presidente. Las multinacionales norteamericanas -ha dicho- han hecho millones y millones de dólares con la globalización, pero la cuestión es ¿a dónde ha ido ese dinero?; no es que otros les quiten nada a Estados Unidos, sino que el país no distribuye apropiadamente los enormes beneficios que obtiene. Y, dentro de estos movimientos de los chinos, el Club Astrológico de China ha añadido por su cuenta que 2017, el año del Gallo, será un año difícil para los que subestimen a sus oponentes, y que el horóscopo señala que hay que escrutar los acontecimientos, mantener la calma, seguir una planificación estratégicamente establecida, obtener ventaja psicológica sobre el adversario, y usar la fuerza como último recurso. Un año, en fin, para la diplomacia, ya que todos los equilibrios son precarios.

Este año también se celebra el congreso quinquenal del Partido Comunista chino, en el que el partido seguirá buscando un equilibrio entre la gestión de la economía, la libertad de toma de decisiones por las empresas, la extensión del Estado de bienestar para suavizar conflictos sociales y el control político de cualquier manifestación de disidencia. Qué mundo éste tan extraño en el que, desde un país no democrático, se dan consejos para la construcción de un mundo más equilibrado y justo a otro país que se consideraba el paladín de las libertades.

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