mercado laboral Los costurones de la musa europea

Sólo Holanda y Polonia destruyen más empleos a tiempo completo que Alemania

  • Tras la reforma ejecutada por Schröder en 2003, el país ha ganado en cantidad a costa de calidad: crea más empleo que nunca gracias a la temporalidad y los contratos a tiempo parcial · Los salarios apenas crecen

Indiscutiblemente, Alemania es la musa de Europa. Sobre todo para los pobres, países como Grecia, Portugal, Italia o España marcados por la lacra de las malas estadísticas. La gran vergüenza española es el paro. Ahí volcó sus esfuerzos reformistas el anterior Gobierno (junio de 2010) y ahí los ha volcado ahora Mariano Rajoy. En su mente, y en la tinta de su decreto-ley, el espíritu de aquel Schröder que en 2003 implantaba los cambios que hoy permiten a la locomotora europea presumir de buena salud: más de 41 millones de ocupados y una tasa de desempleo que ronda el 6%.

Por si fuera poco, los alemanes ganan 6.000 euros más al año que los españoles (32.572 euros de media en 2010, según la OCDE), permanecen en sus empresas dos años y dos meses más (10,6 en total) y ajustan mejor la formación obtenida al puesto desempeñado: su sobrecualificación es del 18% frente al 25% promedio en los países de la OCDE.

Pero Alemania no es un milagro. Los minijobs son soluciones temporales para estudiantes con problemas de financiación. En una década, la precariedad ha aumentado: 7,3 millones de personas cuentan con trabajos mal remunerados. El kurtzarbeit o contrato a tiempo parcial es un buen síntoma de flexibilidad, aunque el exceso es tan malo como el defecto: sólo Holanda y Austria rivalizan por la medalla de oro en la aplicación indiscriminada de esta fórmula, que ha progresado cinco puntos (hasta el 7,9% del total de contratos) entre los hombres y diez (37,9%) entre las mujeres del gigante teutón.

El Insituto de Investigaciones Laborales, adscrito a la Agencia Federal de Empleo, advierte en su último boletín que "la probabilidad de un parado de lograr un trabajo permanente ha caído alrededor de un 7% (...). La expansión de formas atípicas de empleo (temporal, a tiempo parcial, vía ETT) y un sector de bajos salarios que gana terreno gradualmente en Europa sugieren que cada vez más el coste de conseguir un trabajo pasa por renunciar a su calidad".

De hecho, la moderación salarial ha sido uno de los mejores trucos alemanes. Entre 1990 y 1995, los sueldos avanzaron un 2,1%. A partir de entonces, sobriedad e incluso pérdidas de poder adquisitivo [ver gráfico]. En 2009, con un año de crisis ya a cuestas, las retribuciones germanas cayeron un 0,2% mientras en España se disparaban un 4,5%.

La Fundación Bertelsmann recopila en un reciente estudio algunos desequilibrios más: A. Los trabajos pata negra se concentran en la industria transformadora. La precariedad prefiere los servicios, que absorben a 30 millones de ocupados por los 10 de la rama industrial. Sólo Luxemburgo, Polonia, Holanda y Malta han destruido más trabajos a tiempo completo que Alemania en los últimos años. B. La carga fiscal es elevada y desigual. Para los salarios medios se sitúa en el 42,7% (19% en España antes de las últimas subidas de impuestos) y para los bajos en el 37% (13,9%). C. La negociación colectiva ofrece una cobertura muy dispar por regiones y sectores. D. Entre 2003 y 2008, los sindicatos perdieron el 16% de su afiliación (es discutible si esto es positivo o negativo). E. Las diferencias entre el Este y el Oeste son todavía laboralmente sensibles. F. La temporalidad es muy alta entre los más jóvenes. En la franja de edad que va de los 15 a los 24, aquella creció del 38% de 1994 al 57,2% de 2010.

Al parado se le protege mejor en España. No sólo porque el Estado destine una cuña mayor del PIB al efecto (2,81% versus 1,18% en 2009), sino porque los 33 días por año trabajado que Rajoy pretende generalizar en los despidos improcedentes suenan bastante bien si se analiza el método alemán. Allí, sólo hay derecho a la indemnización si el trabajador renuncia a emprender acciones legales. El cálculo clásico, que deja la cantidad en unos 15 días de media, consiste en pagar la mitad de las tres cuartas partes de los ingresos mensuales por año trabajado. El país cuenta, por cierto, con siete modalidades de despido más la figura de la renuncia por motivos psicológicos.

Respecto a las prestaciones, cuentan dos referencias: los siete años previos al despido y la edad del despedido. El tope estándar está en 12 meses, pero un señor con 58 años y más de 64 meses trabajados podrá alargar la prestación hasta 32 mensualidades. El parado ha de estar disponible para ocupar un puesto similar, y hasta esto queda tasado: durante los tres primeros meses de paro, aceptará cualquier oferta que suponga cobrar el 80% de lo que ganaba en su anterior empleo. El cuarto mes se conformará con un 70%. Y después del sexto se quedará con cualquier sueldo que supere la prestación.

Al igual que en España, existe un subsidio posterior que cobra quien demuestra que no puede vivir por sí mismo ni con ingresos o patrimonio familiar. El importe asciende a 374 euros (337 por cabeza para los matrimonios o las parejas de hecho).

Cuando se buscan los matices tras las grandes afirmaciones es cuando se descubre que la musa, al final, también tiene costurones.

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