Análisis

Tres tormentas estivales

  • Grecia, la posible subida de tipos de la Reserva Federal de EEUU y el estallido de la burbuja bursátil china constituyen las principales amenazas a la economía mundial a corto plazo.

TRES tormentas amenazan la tranquilidad del periodo estival: Grecia, la burbuja de la bolsa china, y la previsible subida de tipos de interés en Estados Unidos. Afortunadamente, la tormenta griega, tras una estruendosa descarga, ha amainado, y Grecia permanece en la Eurozona. China, en el mes de julio, ha estado al borde del crash bursátil. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, la inmensa burbuja de la Bolsa se ha empezado desinflar. Un desplome del valor de las acciones, en tan solo dos semanas, superior al 30%. La enérgica intervención del Gobierno chino en el mercado de valores ha detenido la caída, aunque puede continuar, dada la espectacular subida del 150% acumulada en el último año. Y por último, la gobernadora de la Reserva Federal de Estados Unidos ha anunciado que en algún momento del año, gradualmente, empezarán a subir los tipos de interés. Este anuncio, es el que mayor repercusión global puede tener en el crecimiento económico y en la estabilidad financiera, tanto de los países emergentes como de los desarrollados.

La caótica gestión de la crisis griega, en el último minuto y al borde del precipicio, ha tenido un final no catastrófico. Se ha evitado el peor de los escenarios: la salida de Grecia de la Eurozona. De nada ha servido el no del referéndum griego. Las condiciones impuestas al tercer rescate han sido más duras y exigentes que las previamente pactadas: más austeridad y más reformas, sin compromiso explícito de quita de la deuda, con garantías reales de activos gestionados a través de un fondo fiduciario, y con la única expectativa de flexibilización en el pago de la deuda, condicionado a la rigurosa implementación de los ajustes fiscales y de las reformas comprometidas. La desconfianza en el Gobierno griego es total. Las negociaciones del tercer rescate no se iniciarán hasta que se hayan aprobado las leyes respectivas en el Parlamento griego y en el de los socios europeos. El Parlamento griego ya lo ha hecho y se espera que también lo hagan los demás, aunque habrá grandes disensiones y oposición en Alemania y los países nórdicos. Es la última incógnita que queda por despejar. Las bolsas europeas han celebrado el acuerdo con subidas superiores al 10%, y las primas de riesgo de los países del sur de Europa han retornado a los niveles anteriores al referéndum.

Se han estimado unas necesidades financieras de 89.000 millones de euros, de los cuales 50.000 millones serán aportados por la Eurozona a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEDE) y el resto por la venta de activos, mayores impuestos y beneficios obtenidos por el BCE en la gestión de la deuda griega. El Eurogrupo ha aprobado un préstamo puente de 7.000 millones de euros para poder hacer frente a los pagos al BCE y a los impagos que se han producido con el FMI. Las negociaciones del tercer rescate van a ser muy duras, y su desembolso estará condicionado a la implementación estricta y rigurosa de los ajustes y reformas comprometidos, con revisiones mensuales por parte de la troika, que vuelve a resucitar.

Son muchos los que piensan que Grecia no cumplirá con sus compromisos, porque no pueda o porque no quiera. El FMI ha afirmado que la deuda es insostenible y que se necesita una quita superior al 30%. Según Shäuble, ministro de Finanzas de Alemania, la quita no es posible dentro de la Eurozona. Grecia tendría que salir temporalmente del Eurozona para poder practicarla.

El Gobierno griego ha aceptado a la fuerza las condiciones del rescate, pero no cree en ellas, considerándolas una humillación, una capitulación. La división dentro del Gobierno y de Syriza, y las dimisiones de altos cargos auguran un tiempo de inestabilidad política, sin que pueda descartarse nuevas elecciones y como paso previo la remodelación del gobierno. En estas condiciones la credibilidad y la confianza en el cumplimiento de lo pactado es muy cuestionable. No existen incentivos para cumplir con lo acordado. Tan sólo un incentivo negativo, evitar a toda costa la salida de Grecia de la Eurozona. Alemania y los países nórdicos han dejado claro que no habrá un cuarto rescate. Austeridad sin reformas estructurales nunca será la solución. Las reformas de los mercados, de la administración pública, de las instituciones, y del mercado de trabajo son las que generarán mayor competitividad y crecimiento y crearán las condiciones para que la deuda sea sostenible.

Grecia ha eclipsado un problema latente con alcance global, las dudas sobre el crecimiento y la estabilidad financiera de China. Tras el desplome del mercado inmobiliario ha sobrevenido el de la Bolsa. El Gobierno chino, tras la caída del mercado inmobiliario, tratando de evitar la desaceleración de la economía, ha practicado políticas expansivas fiscales y monetarias: aumento del gasto público en infraestructuras, inyección de liquidez a los bancos, bajadas de tipos de interés, reducción del coeficiente de caja de los bancos, etc. Al mismo tiempo, preocupado por excesivo endeudamiento bancario de los gobiernos locales y de las empresas, ha liberalizado e impulsado el acceso de las pequeñas y medianas empresas y de las familias a la bolsa.

En los últimos meses, 80 millones de ciudadanos chinos se han lanzado a comprar acciones, impulsados por la ausencia de alternativas rentables para su ahorro, ante los bajos tipos de interés de los depósitos y el desplome del mercado inmobiliario. Ante las facilidades crediticias, el porcentaje de operaciones apalancadas con crédito triplica al de los mercados bursátiles de los países desarrollados. Son inversores minoristas, clase media sin cultura financiera y sin experiencia, que actúan por el boca a boca, por el rumor. La consecuencia ha sido la formación de la mayor burbuja de los últimos años. En el máximo alcanzado el 6 de julio la bolsa del Shanghái había subido más de un 150% anual. Las medidas adoptadas por el Gobierno chino para evitar el excesivo endeudamiento y las operaciones apalancadas despertaron el pánico de los pequeños inversores, que se apresuraron a vender provocando una corrección del 30%. En tan sólo dos semanas se han volatilizado tres billones de dólares, casi tres veces el PIB de España.

Como en otras ocasiones, y preocupado por el impacto en la estabilidad financiera, en la solvencia de los bancos y en el crecimiento del PIB, el Gobierno chino intervino con energía en el mercado de valores: suspensión de más del 50% de las cotizaciones, límites al endeudamiento de los inversores, reducción de los costes de transacción de los corredores bursátiles, compra de acciones con fondos estatales, prohibición de venta de acciones a las grandes empresas y a sus directivos, etc. El brutal intervencionismo de momento ha detenido el desplome. Al mismo tiempo se ha apresurado a comunicar que el crecimiento del PIB se mantiene en el 7%, impulsado por las exportaciones, la inversión pública y el consumo minorista y por el despegue del sector servicios. Existen dudas sobre la transparencia y la veracidad de estas cifras publicadas por la Oficina Nacional de Estadística (NBS). El Gobierno Chino se juega su credibilidad, y su capacidad para gestionar un cambio de modelo económico hacia una mayor apertura exterior, progresiva liberalización del mercado financiero y de bienes y servicios, modernización de sus instituciones y aproximación a un modelo económico con un mayor soporte del consumo de las familias y menor de las exportaciones, frenadas por el escaso crecimiento de los países desarrollados.

Liberalización financiera, fomento al mercado interno y menor dependencia de la demanda exterior, y todo ello vigilando y controlando el rápido crecimiento del endeudamiento exterior. Del éxito o fracaso de las políticas del gigante chino, dependerá que la recuperación global, sea sostenible.

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