-Si le hubieran tocado a usted los presupuestos y las políticas con las que España gestiona la ciencia en la actualidad, ¿cree que hubiera tenido la oportunidad de ser astronauta?

-En el momento en el que España empezó su desarrollo en la industria espacial hubo una situación en la que aumentaron bastante los presupuestos. Eso supuso el impulso que propició que toda la industrial espacial se desarrollase, y que, por supuesto, por la cuestión de qué países eran los más importantes en la Agencia (Espacial Europea) yo tuviera la oportunidad. Ha habido una época en la que se ha aportado menos y los aspirantes a astronauta españoles de esa época seguramente han tenido menos oportunidades que yo.

-Es llamativo que lo que se defiende en los discursos sea una cosa, invertir, y lo que se hace en la práctica sea otra, recortar...

-Lo coherente sería tener un discurso compatible con lo que se hace. Los americanos lo llaman poner el dinero donde estén tus palabras. Es como debería ser. Lo más importante es tener en cuenta que gasto e inversión son dos conceptos distintos y no deben recortarse en la misma medida.

-¿Cuántas veces al cabo del día tiene que defender la inversión en el espacio? Muchos le dirán que lo importante son los hospitales...

-Lo sangrante es que haya quien diga, no sé, por qué no ponemos dinero para ayudar a determinados colectivos en lugar de invertir en ciencia. Lo que intentamos es que todo el mundo viva mejor dentro de unos años y algo hay que poner ahí. Ése es el discurso que a veces cuesta explicar. El dinero que se utiliza en investigación y desarrollo no se tira, ni se quema en un laboratorio. Se destina al sueldo de gente que está investigando, formándose, creando los productos del futuro y que dentro de cuatro años, o diez, serán los que den trabajo a esa gente a la que si les diésemos ahora ese dinero, pues probablemente se le acabaría.

-Es un relaciones públicas en esto de defender a la ciencia...

-No lo sé. Desde luego que estoy convencido. Si lo hago bien o mal, no lo sé.

-Ahora parece que encaramos una época de vacas gordas. ¿Hemos aprendido la lección?

-Está por ver si estamos en época de vacas gordas. Lo que hay que hacer es compararse con aquellos a los que nos queremos parecer. Si los países de Europa que durante la crisis no han sufrido grandes problemas son los que han invertido tres veces más que España en ciencia, igual es que hay que multiplicar por tres el presupuesto en investigación y desarrollo.

-¿Y a qué podemos aspirar?

-Podemos aspirar a todo. No tenemos ninguna limitación. Las universidades dan la formación que hace falta, los científicos tienen capacidad, la misma que un sueco o un tailandés... la cuestión es la inversión. Cuando se está inventando no se gana dinero. Durante ese periodo alguien tiene que poner el dinero por adelantado. Las cuentas son muy fáciles.

-Y aquí nos queda seguir esperando a nuestro Kennedy.

-En Estados Unidos el acto de sumar las voluntades de todo el país para juntar recursos y realizar un único proyecto importante, a eso se le llama moonshot. Su ejemplo es cómo plantearon llegar a la Luna. Fue el ejemplo. Aquí necesitamos un Kennedy, pero tendrá que ser un Kennedy europeo. Ya no vale que cada minipaís tenga una cierta iniciativa... tiene que ser alguien que en Europa nos ponga a todos en la línea correcta.

-Y para que llegue la primera astronauta española tendremos que esperar aún más...

-Dentro de Europa España ocupa un lugar importante en la industria espacial, pero Europa en sí ha decidido ser muy chiquitita. En los programas de exploración del espacio se ha decidido estar atrás. Lo que nos queda es que Europa, en lugar de socio de Estados Unidos, por ejemplo al 5%, esté al 50%. Cuando ocurra tendremos oportunidades para muchísima más gente. Tanto científicos como ingenieros y seguramente para reclutar más astronautas europeos y entonces podrá haber más diversidad.