l La plaza de la Constitución y, más concretamente, el Pingurucho fueron testigos del cariño que muchos almerienses se procesaba. No importaba si el amor era de madre, de pareja o de amigo, la esencia del acto era demostrarlo. Los más pequeños también pudieron disfrutar de talleres de globoflexia, cartulina y dibujo.
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