Entrevistas

"Hay quien monta galerías como si fueran ferreterías"

-Asesóreme. ¿Invierto en arte o en letras del tesoro?

-El arte bueno no se devalúa nunca; el arte malo nace devaluado. Tenga cuidado en lo que invierte.

-¿Y cómo anda el negocio?

-Mal. Por eso es un buen momento para invertir.

-Si se hubiera dedicado al arte de la sustracción, ¿qué cuadro robaría?

-Un Van Gogh, que tiene nombre. Pero para eso hay que ser muy buen ladrón... ¿Sabe qué cuadro robaría y nunca vendería?

-Dígame, a ver si puedo ayudarle.

-El descendimiento, de Van der Weyden, en El Prado.

-No es sencillo. ¿Por qué?

-A los 15 años sentí ante él el pellizco de que el arte existía. Fue un impacto.

-¿Le sigue obsesionando?

-Es un idilio. Siempre que voy a Madrid tengo una cita con él. No me figuro irme de Madrid sin pasar un rato con El descendimiento.

-Lo suyo es el arte contemporáneo, que popularmente tanto se desprecia.

-Por desconocimiento. Como con la tónica, la gente lo ha probado poco. El público se enfrenta a él con una mirada tradicional. No puedes encontrar un relato donde no existe la realidad. Y eso es lo que busca la gente: realidad.

-No nos enseñan a mirar desde pequeñitos.

-Sí, ésa es una razón, pero me preocupa más que haya catedráticos de arte contemporáneo que no sabrían diferenciar un Rothko de un Pollock.

-¿Y a usted quién le enseñó a mirar?

-Tuve guías que me dijeron que el arte no acababa en un magnífico bodegón de Caravaggio.

-¿Cuando estudió Historia del Arte?

-Estudiar Historia del Arte es una de las mayores pérdidas de tiempo conocidas.

-¿Por qué?

-Resumidamente, de nada sirve repetir que Martínez Montañés es un genio.

-Bueno, ¿por dónde empezó la ruta contemporánea?

-Kandinsky, sin duda. Con él descubrí que el arte era una experiencia espiritual. ¿Sabe que Kandinsky descubrió el abstracto cuando se le cayó un cuadro figurativo al suelo y observó algo que le provocó una reacción especial?

-¿Qué reacción?

-En arte no todo se puede explicar. Es lo que le he dicho, tiene que ver con la espiritualidad. Tampoco puedo explicar qué me pasó cuando caí rendido ante Van der Weyden.

-Usted es muy listo. Ve cosas en los cuadros que yo no veo.

-Tengo información privilegiada. Yo voy a 300 exposiciones al año y usted, a los sumo, irá a tres o cuatro. Es simplemente eso. Debería ir a más exposiciones.

-Para ser el negocio que es, sólo hay que ver ARCO, no hay mucha crítica de arte.

-No, no hay apenas críticos de arte en España. No existe esa profesión que en EEUU, por ejemplo, tiene una enorme influencia en los movimientos artísticos y económicos.

-Escribió la novela Fondo de galería que aireaba trapos sucios del sector.

-Es que en el arte hay mucha maldad, hay más sombras que luces. Es normal. Es una actividad en la que se avanza a codazos. Es un sálvese quien pueda que afecta a todos los escalafones: al artista, al crítico, al galerista, a los comisarios de exposiciones...

-Usted ha sido comisario de numerosas exposiciones. Comisario... suena a policía.

-Peor es el término sajón: curator, que es algo así como sanador de obras. Preferiría que nos llamaran organizadores de exposiciones y punto.

-¿Qué tal se le da ser comisario?

-Me pasaría la vida organizando exposiciones, es con lo que más disfruto, aunque es una tarea que te crea un montón de enemigos porque organizar significa seleccionar.

-¿Cómo es el mundo de las galerías?

-Hay un poco de todo: profesionales y quien abre una galería como quien abre una ferretería. Las galerías deberían avanzar en la misma dirección, unirse. Pero, en líneas generales, cada uno va por su lado.

-¿Cuál es el nivel actual del arte andaluz?

-Históricamente, y eso incluye el ahora, Andalucía es una cantera permanente de autores del primer nivel nacional y, si nos fijamos, por ejemplo, en Granada, a nivel internacional.

-¿Qué pasa en Granada?

-Que tiene una facultad que no se dedica a ser una fábrica de profesores de institutos, como son la mayoría.

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