ALBERT BOADELLA. DRAMATURGO Y DIRECTOR TEATRAL

"Hay que parar la fábrica de nacionalistas"

Abert Boadella. / VÍCTOR RODRÍGUEZ

Abert Boadella. / VÍCTOR RODRÍGUEZ / víctor rodríguez

-¿No se cansa de que le pregunten por Cataluña?

-En mi vida he tenido que hacer un sacrificio obligado. Lo que me gusta es el arte y trabajar en el mundo de la escena, que ha sido mi pasión, pero las circunstancias, sobre todo las de Cataluña, me han obligado a tomar compromiso.

-¿Dónde le ha llevado ese compromiso?

-Primero, al odio de una parte importante de mis conciudadanos catalanes, no del resto de los españoles. Todo lo contrario. En segundo lugar, como artista, quedo relegado a un segundo puesto en relación con el hombre social y político. Yo hubiera preferido no tener que entrar tan al fondo en esta cuestión.

-¿Nunca se ha planteado abandonar Cataluña?

-Si lo tengo que hacer a la fuerza, no lo voy a hacer. Tentación de ir a otra parte, sin duda alguna, por gusto, pero empujado, por narices, me mantengo allí.

"España tiene que cargar con el problema catalán si quiere seguir siendo España. Si no, será otra cosa"

-¿Se ha llegado a un punto de no retorno en Cataluña?

-Hay dos millones de personas que sobreviven y se sienten unidas por el odio. Ésa es la realidad. Lo que ha expresado el señor [Quim] Torra corresponde perfectamente a los votantes que el 21 de diciembre votaron a Puigdemont y cosas parecidas. Éste es el problema. Si fueran cien mil, sería otra cosa.

-¿Esos dos millones están tan radicalizados?

-No digo que al 100%, pero en su mayoría sí. Están en una posición completamente fanática porque han sido, no educados, domados casi. No podemos pensar que el problema va a desaparecer mañana. España tiene que cargar con este problema si quiere seguir siendo España. España sin Cataluña deja de ser España. Ya es otra cosa.

-¿Pero hay solución?

-Se pueden hacer muchas cosas, pero no lo que se ha hecho hasta ahora, que es mirar a otra parte. Y en una situación de emergencia, la solución ha sido poner ligeros cataplasmas. Aplicaron el 155 y ahora estamos en las mismas o peor. Se ha demostrado totalmente inútil. Yo creo que hay una cosa esencial. Lo primero que hay que hacer es parar la fábrica de nacionalistas. Después hay muchos otros procedimientos, como el control del dinero que se emplea para el adoctrinamiento en escuelas y medios de comunicación.

-¿Los catalanes no están cansados del conflicto?

-Allí predomina un gran silencio. La discusión política, si es en familias, acaba en ruptura. Si es en grupos de amigos, se evita hablar de política. Hay un gran silencio porque el compromiso significa un riesgo. La gente trata de no buscarse problemas. Sólo se habla dentro de núcleos de gente que pertenece a un sector o al otro. Es una anormalidad democrática.

-¿El procés da para una obra de teatro?

-La sátira ya no es necesario hacerla porque la protagonizan ellos. El problema de hacer sátira con ellos es que a la semana te han superado.

-¿Ve a Quim Torra con posibilidades de ser protagonista de una de sus obras satíricas?

-Torra no da para lo que daba Pujol. Pujol dentro de su impostura era más personaje. Torra tiene un lado sórdido que, para el teatro, no es un buen personaje.

-¿Por qué?

-Porque para el teatro necesitas personajes de un potencial determinado. Hay personajes que no funcionan bien para la sátira porque tienen poca dimensión.

-¿Le pasa igual a Carles Puigdemont?

-Sí, pero tiene un lado más divertido. Es un frescales, un aprovechado. No se lo cree. Huye hacia delante y hoy está aquí y mañana estará en el lado contrario. Ha visto una forma de vida y una cierta relevancia. Torra sí se lo cree.

-¿Es molt honorable el presidente de Tabarnia?

-No lo tengo como título, para que no haya confusiones, pero en cuanto a honoralidad, seguro lo soy bastante más que los últimos presidentes de la Generalitat.

-¿Cómo han recibido los independentistas la provocación que supone Tabarnia?

-El independentismo catalán tiene un lado religioso y ya sabemos que las religiones no son muy proclives al humor. Ese fanatismo tan profundo les lleva a considerar el humor una traición a sus esencias, a la patria. Una auténtica agresión. No les divierte nada, lo cual nos da todavía mayor placer.

-¿Tiene Tabarnia embajador en Andalucía?

-No, pero por todas partes se me ofrecen como cónsul. Andalucía está muy vinculada al tema catalán. Es quizás la región más vinculada. Yo noto la perplejidad ante lo que sucede. Muchos de los andaluces que estuvieron allí conocieron otra Cataluña. No se creen que aquel lugar formidable, de golpe, se haya convertido en una especie de núcleo pseudonazi.

-Los líderes nacionalistas no han escatimado en críticas hacia los andaluces.

-Andalucía, para el catalán nacionalista, significa el lado contrario. "¿Nosotros les tenemos que pagar a esta gente para que bailen y duerman la siesta?". Es una mentalidad ruin, vil y, sobre todo, ignorante de lo que es realmente Andalucía.

-Incluso un líder catalán poco sospechoso de ser nacionalista, Albert Rivera, dijo que venía "a enseñar a pescar" a los andaluces.

-El núcleo esencial del catalanismo, desde el XIX, siempre ha sido xenofóbico. Surge como un impulso de superioridad. Como catalanes, nuestro rasgo diferencial es que somos superiores al resto de españoles y, cuanto más al sur, más cercanos a África. Ésta es la mentalidad del catalanismo, incluso del moderado. Esto pasa en Cataluña de padres a hijos y de abuelos a nietos y, en el fondo, subyace esta idea. Por eso no debe existir el catalanismo. Cuando se pasa del folclore a la política, empieza la xenofobia.

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