Entrevistas

"No se puede cantar un temita y decir que eso es una seguiriya"

-La lámpara minera debe esconder un genio o un duende. Para algunos ha sido la puerta del éxito. ¿Por qué se presentó a este concurso de la Unión? ¿Por dinero o fama?

-El dinero se gasta, lo bueno es que venga día a día para vivir. Si te dan un premio y no te llama nadie, ¿para qué sirve? Voy a la Unión porque, actualmente y sin que se ofenda, es el mejor concurso a nivel mundial. Sus organizadores se lo han currado, lo hacen muy bien y allí están todos los medios de comunicación.

-Tiene 35 años, pero en su disco, Una mirada atrás, se acuerda de los antiguos.

-Sí, es un homenaje a los maestros que me han influido. Mairena, Vallejo, la Niña de los Peines, Tomás Pavón, el Carborenillo... o el más reciente, Paco Toronjo, con el que había un tema familiar, porque mi padre lo conocía y se corrían algunas juerguecillas juntos.

-Pues ya es raro, porque los cantaores jóvenes tienen fijación por Camarón.

-Camarón fue un monstruo, pero prefiero escucharlo para disfrutarlo, no para aprender. Porque su trayectoria también se basó en otros maestros: Chaqueta, Caracol, Mairena. Antes de escuchar a Camarón, yo ya oía a Mairena, a la Niña de los Peines...

-¿El Festival del Cante de las Minas es el paradigma de la ortodoxia del flamenco?

-No tiene por qué, tiene sus normas, que hay que seguir. Todos los concursos requieren cierta ortodoxia porque estamos hablando de flamenco, no de nuevo flamenco, porque para mí son conceptos distintos, con los que se equivoca a la gente.

-¿Por qué?

-Porque no hay nuevo flamenco, flamenco es lo que hay. Si haces fusión, es fusión, no podemos confundir a la gente.

-...que es un purista.

-No, yo he hecho fusión, pero la gente debe saber que eso es fusión y lo otro es flamenco. Yo estoy abierto a todo, no se puede tocar la guitarra como hace 200 años, pero no podemos hacer un temita, como hoy llamamos, y decir que es una soleá o una seguiriya.

-Que Miguel Ortega no es un flamenquito.

-Cada uno tiene derecho a tirar para delante, y quién sabe si mañana tengo que hacer algo de esto.

-Lleva desde 1998 viviendo del flamenco, cantando para el baile. Aseguran que el cante para atrás es la mejor escuela.

-Ratifico eso, que es lo que decía Chano Lobato. ¿Por qué? Porque si yo voy a cantar a una peña, a un festival o a una reunión de amigos, y me pides un cante que yo no sé, soy capaz de darle la vuelta y no cantar por eso, pero en el baile no se puede hacer. Te dicen cántame por guajiras, y si no las conoces, te vas a tu casa a aprenderla.

-Al final, será un cantaor largo, de todos los palos.

-No tienes más remedio. Todos es imposible saberlos, pero, por ejemplo, Fernando Romero (con el que actuará en la Bienal) le gusta llevar otras cosas, y el primer corrido gitano, que es de lo más antiguo, lo hice con él. Y hasta ese momento no tenía ni idea.

-¿Es más intérprete que creador?

-No son incompatibles, se interpreta pero todos los días no puedes cantar lo mismo. Juan José Amador, que es un maestro del cante para bailar, me decía: "Miguelín, pase lo que pase, no cantes igual que anoche". Hay que improvisar, aunque sea el mismo espectáculo.

-Eso requiere de mucho estudio, de mucho escuchar.

-Estudiar es fundamental. Lo que yo tengo, no me lo quita nadie, lo que aprendo de otros, me enriquece.

-¿Por qué se hizo cantaor? Hay quien le viene de familia de flamencos, pero no es su caso.

-Yo dormía en la cuna con la radio puesta. Escuchando flamenco. Mi padre decía que me relajaba, y con cuatro años y medio, hubo un intercambio de peñas, y la del Pozo de las Penas de Los Palacios me llevó a la Juan Breva de Málaga, y canté unos fandangos. De eso sí que me acuerdo.

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