Fernando García del Río. Ex corresponsal en La Habana de 'La Vanguardia'

"La revolución cubana habría durado menos sin el ingenio y el buen clima"

  • El periodista, escritor de 'La isla de los ingenios', en el que narra su paso por Cuba, expresa que "para los más jóvenes Fidel es un abuelo que vive apartado de la realidad y el futuro".

Después de ser corresponsal de La Vanguardia en Bruselas, Fernando García del Río cambió la burocracia comunitaria por la cubana al irse a La Habana para cubrir la previsible, pero fallida, muerte de Fidel Castro. Las autoridades lo expulsaron de La isla de los ingenios, título del libro donde recorre los años que pasó en Cuba. Los cuatro años que han pasado desde que se fue han despertado la añoranza en este periodista, pero no tiene claro que lo vayan a dejar volver.

-Fue a Cuba esperando el final de Castro y ha acabado antes el bloqueo americano que el castrismo.

-El bloqueo como tal no ha terminado. Obama lo ha suavizado en la medida de sus posibilidades como presidente de Estados Unidos, porque las leyes del bloqueo dependen del Congreso y la negativa de la mayoría actual para derogarlas dificulta el deshielo pleno.

-¿Cómo valora el avance?

-El término histórico está muy gastado, pero en este caso sí vale. Próximamente vamos a ver la reapertura de las embajadas, que se cerraron poco después de la victoria de la revolución. Además, hay una actitud completamente nueva y se han dado pasos muy positivos para la reanudación de las relaciones diplomáticas.

-Durante su tiempo en Cuba, no era optimista al respecto. ¿Lo es ahora?

-No hay que lanzar las campanas al vuelo porque en ambos lados del estrecho de Florida hay fuerzas que se oponen a que la suavización del bloqueo derive en la eliminación del mismo. Hay que ser muy cautos sobre la velocidad y el alcance del cambio, que en términos políticos va a tardar en llegar.

-Además las cosas allí van despacio.

-En Cuba pueden ensillar el caballo muy rápido pero echar a andar cuesta, porque hay fuerzas que frenan al animal. Y ya galopar es muy difícil.

-Habla en el libro de un viaje en el tiempo al llegar a Cuba. ¿Qué sintió?

-No es sólo el decorado, sino también la forma de vida, la economía, el sistema político... Es una sensación de irrealidad, que luego se mezcla con el surrealismo. Te hace tener la sensación de que vives en otro mundo y cuando vuelves al tuyo te sorprende lo fáciles que son las cosas, lo inmediato que es obtener un producto a cambio de dinero y lo abundante que es todo. Te das cuenta de lo poco que lo apreciamos, porque en Cuba la carencia es imprevista y asimétrica, pero permanente. Siempre falta algo.

-Igual por eso han desarrollado un gran sentido del humor

-Hablar de ingenio en el título del libro es algo meditado. Se refiere a la capacidad de inventar, al propio invento y a la chispa de la gente. Sin la gracia y esa forma de pasar las penurias con el mejor humor posible no se explica la supervivencia de los cubanos. La revolución habría durado menos sin el ingenio y un clima favorable. No me imagino qué habría sido del pueblo cubano con mucho frío y poco ingenio.

-¿La gran cantidad de eufemismos que utilizan puede ser un ejemplo?

-Efectivamente. Los cubanos son grandes ingenieros del lenguaje. Cuando me cerraron el grifo de la información en el proceso de mi expulsión ellos empezaron a hablar del silencio de los correos. Es paradójico que tengan un gran sentido del humor, pero no están de buen humor. No están en una fiesta, están en un drama en su gran mayoría. Yo lo llamo el surrealismo tragicómico.

-Eso rompe un poco con el estereotipo de la Cuba alegre y festiva.

-Cuando uno se aleja del hotel y no tiene pinta de turista se da cuenta que los cubanos manejan muy bien la burla y ríen de todo, pero con un fondo de tristeza.

-¿Qué hay del tópico respecto a la belleza de vieja dama de La Habana?

-La Habana es una ciudad rota y estropeada donde la gente vive a menudo en malas condiciones. Hay una frase que alude a topónimos de allí que habla del plan Camarioca: hay pero no te toca. Y el plan Escambray: te toca pero no hay. Es divertido, pero el contenido no lo es tanto. Alude a las necesidades que hay que cubrir.

-¿Queda algo de España?

-De los 11 millones de cubanos, una parte muy importante es descendiente de españoles. Está presente, pero los cubanos son muy orgullosos y nacionalistas. Ahora lo que importa de España son los pasaportes, el turismo y el dinero que les podamos aportar. Fidel Castro podría tener pasaporte español, como buena parte de la clase política cubana. Además, hay un recuerdo del emigrante español de cuando ellos eran la vanguardia de América Latina que es casi condescendiente hacia nosotros.

-¿Cómo ven a Fidel?

- Para la gente de más de 60 años, Fidel Castro es un gran líder. Para los que tienen entre 30 y 60 es una persona respetable que influye en política y no se puede entender el devenir del país sin tenerlo en cuenta. Para los jóvenes es un abuelo que vive apartado de su realidad y del futuro. Es respetado, pero hay una parte de la población que sabe y hace explícito que los errores cometidos por Fidel Castro han pasado factura al país más allá del enemigo, del Imperio.

-¿Y a su hermano Raúl?

-Si Fidel tiene algo de genial, de profeta, pero también de imprevisible, Raúl es su antítesis: pragmático, racional y serio. Aunque no se diga, es quien está desmontando parte de las cosas más osadas que hizo su hermano. Está levantando prohibiciones absurdas, como él mismo las ha llamado, y ha devuelto a los cubanos el acceso a bienes de consumo. No es muy popular, pero está corrigiendo errores.

-¿Qué opinan de Obama, el nuevo jefe del Imperio?

-Han pasado 50 años haciéndose ilusiones y decepcionándose sucesivamente, entre otras cosas, con los presidentes demócratas de Estados Unidos, pero ha despertado ilusión. Es diferente, negro, como muchos cubanos, y no era odiado por los Castro. Desde que firmaron el acuerdo, sienten adoración por él. Es el hombre que puede traer cambios, pero no tan grandes ni tan deprisa porque hablamos de un país roto.

-¿Sigue vigente la revolución?

-Al igual que los cubanos, es una superviviente pero a duras penas. Tiene muchísimos fallos y algunos logros, pero en términos generales no se sostiene. Es como los edificios de La Habana Vieja que, según los arquitectos han denominado muy ingeniosamente, están "en estática milagrosa". No son fuertes y, para bien o para mal, acabaran cayendo.

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