70 aniversario del rey Ibarretxe sorprendió a todos por su calidez e incluso brindó por España

Por fin un día sin crispación

  • El cumpleaños de don Juan Carlos dio un respiro a los principales actores de la política española, que aparcaron sus diferencias, sonrieron y hasta bromearon

No había empresarios -excepto el presidente de CEOE-, ni banqueros, ni representantes de la cultura, ni del espectáculo ni del deporte ni del periodismo. Por eso los miembros de las instituciones y los altos cargos se convirtieron en cronistas sociales del cumpleaños del Rey. Ministros y ex ministros, presidentes de las instituciones y ex presidentes cuentan lo que ocurrió en una cena celebrada en el Palacio del Pardo en la que por unas horas se recuperó el espíritu que marcó la Transición: las relaciones personales se colocaron por encima del debate político. Algo milagroso al término de una legislatura tan crispada.

La ausencia más comentada fue la de Sonsoles Espinosa, de viaje en el extranjero. Incluso miembros del Gobierno decían en voz baja que sus compromisos profesionales no justificaban que no asistiera a la celebración. También llamaron la atención las ausencias de Jordi Pujol, Ruiz-Gallardón y Eduardo Zaplana, este último con una gripe intestinal, a pesar de que por la tarde rescindió sus compromisos para intentar reponerse antes de la cena.

Pero de lo que más se habló en esa cena fue del buen clima, del excelente diálogo entre personas de diferente procedencia y partido. Se destacó que los organizadores de la cena se inclinaron por la diversidad en las mesas. En la de los Príncipes se encontraban el matrimonio Rajoy, Ibarretxe, Peces-Barba, María Teresa Fernández de la Vega y la esposa de Javier Solana. Ibarretxe desplegó una cordialidad que sorprendió a quienes le tenían por hombre distante; todo lo contrario: el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, explicó que incluso brindó por España y el Rey.

Reinó el buen humor. Álvarez Cascos y su mujer cambiaban impresiones con Carmen Calvo sobre la situación de los galeristas, Corcuera bromeaba con el PP por no ser capaces de ganar a Zapatero; Miguel Herrero, que coincidió en la mesa con Federico Trillo, le recordaba que había sido su preparador para las oposiciones al Consejo de Estado, y sin embargo pensaban de manera muy distinta políticamente hablando. Maragall sorprendió gratamente a todo el mundo por su estado de ánimo y por su aparente buena salud (anunció semanas atrás que padece alzheimer).

Artur Mas también demostró que es hombre de carácter extrovertido cuando quiere, incluso bromeó con el PP sobre la sentencia del Constitucional sobre el Estatut. Hasta la ministra Magdalena Álvarez desplegó lo mejor de sí misma. Sorprendió que Rajoy y Rato se saludaran tan protocolariamente; no se sabe por qué el líder del PP ha roto puentes con quien hasta hace nada era compañero y gran amigo. Y sorprendió también que Cándido Conde Pumpido no se sumara al ambiente de cordialidad generalizado: apenas cambió palabra con los invitados del PP.

Aunque para sorpresa, la del Príncipe al pedir la palabra. El Rey no lo esperaba; la Reina se emocionó. Fue una intervención en nombre propio y de las infantas, tan personal que, por primera vez, tuteó al Rey en público, y utilizó un lenguaje muy del día a día, muy familiar, muy cercano.

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