Tras 72 horas de travesía desde su liberación, la tripulación del atunero Playa de Bakio llegó ayer al puerto de Victoria, en las islas Seychelles, donde su patrón, Amadeo Álvarez, dijo con lágrimas en los ojos que habían sufrido un trato "bastante vejatorio" de sus secuestradores somalíes, aunque los piratas nunca les llegaron a golpear.

Muchos trabajadores portuarios les estaban esperando con un gran cartel de bienvenida de letras azules, además de la prensa española a la que los militares allí desplazados han impedido con mucho celo acercarse al barco o salirse del férreo cordón policial. Con mucha emoción y sin apenas poder hablar, el patrón -el único tripulante del Playa de Bakio que descendió del barco para conversar con la prensa-, explicó que a no ser por la presencia de la fragata que les ha escoltado hasta las Seychelles, quizá no estarían aquí e, incluso, podrían haber caído en manos de otros piratas de lsa aguas somalíes, de las más peligrosas del mundo. A este respecto, el consejero de Agricultura y Pesca del Gobierno vasco, Gonzalo Sáenz de Samaniego, declaró ayer que el Gabinete de Ibarretxe está preocupado por la seguridad de los 22 pesqueros vascos que faenan en el Indico porque "vuelven a estar indefensos".

Los piratas que secuestraron el atunero se repartieron el dinero del rescate a bordo, en bolsas de plástico, según informó ayer el diario El País, que cita a "fuentes al tanto de las negociaciones".

Los ocho pescadores gallegos y los cinco vascos pasaron un reconocimiento médico antes de tomar un Boeing 707, que tenía previsto llegar a la base militar de Torrejón de Ardoz (Madrid) entre las tres y las cuatro de la madrugada de hoy miércoles.

La UE apoyó una propuesta española para luchar contra la piratería, que podría cristalizar en la creación de una fuerza internacional avalada por la ONU para evitar nuevos ataques como el secuestro del Playa de Bakio.