xxxviii congreso del psoe Lo que se juegan los dos aspirantes a la Secretaría General

La última carta del superviviente

  • Rubalcaba pone en valor su experiencia para rediseñar el partido y una derrota sería la última

Una derrota electoral como la sufrida por el PSOE el pasado 20 de noviembre podría certificar el punto y final de la primera plana política para la inmensa mayoría de dirigentes que hubieran encabezado ese proyecto en la cita con los votantes. Para Alfredo Pérez Rubalcaba, no. Él es un superviviente nato que ha desempeñado un papel protagonista en casi todas las etapas del partido desde la Transición y no estaba dispuesto a decir adiós en un momento como el actual. Ha decidido dar el paso, poner en valor su experiencia frente a quienes la interpretan como una muestra de su caducidad, y aspirar a dirigir el partido para una larga y dura travesía en la oposición. Rubalcaba está jugando prácticamente su última carta. Si gana, se le abre la posibilidad de diseñar el partido tal y como cree que debe conformarse, de que las señas socialdemócratas se impongan por encima de todo y de hacer olvidar algunas decisiones que en los últimos tiempos se han podido alejar de esos postulados.

Con él en lo más alto de Ferraz y esta vez avalado por los delegados en el Congreso de Sevilla, quedaría la incógnita de si, cuando toque, volvería a repetir como candidato a la Presidencia del Gobierno o permitiría que en el cartel electoral hubiera otro rostro.

Casi nadie descarta en el seno del partido que vuelva a ser quien se enfrente a Mariano Rajoy en un debate preelectoral, y se aplaza cualquier toma de posición al respecto a la evolución de los acontecimientos dentro y fuera del PSOE.

Es decir, a que se despeje la duda de si la crisis va a seguir aún durante mucho tiempo mostrando su cara más dolorosa y si la gestión de la misma atisba un desgaste en el Gobierno lo suficientemente grande como para pensar en recuperar el poder dentro de cuatro años.

Rubalcaba no se la juega solo. Tiene detrás a numerosos dirigentes que han ligado su futuro al suyo (muchos de ellos de la vieja guardia y con acreditados galones en su hoja de servicios) y que, si sale derrotado en su empeño, podrían quedar relegados.

Y tiene a su lado a otros que ya han dejado atrás las aspiraciones políticas, pero que también han querido pringarse con él, retomando la expresión que el candidato utilizó en el acto en el que Felipe González le expresó su respaldo.

Si quisiera Rubalcaba, un revés de sus compañeros no tendría por qué suponer su total desaparición de la cúpula socialista porque Chacón ya ha avanzado su intención de ofrecerle un cargo en su Ejecutiva si ella gana.

Si lo hace Rubalcaba, revive políticamente como tantas otras veces. Si pierde, puede ser el adiós definitivo a la primera línea (y tal vez a la segunda) de quien fuera la voz de González y de Zapatero, portavoz parlamentario, ministro de Educación, titular de Interior, vicepresidente...

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