España

Otra vez con Chaves

CON la huelga general en los talones, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró ayer en la sesión de control a su Ejecutivo en el Congreso de los Diputados que no la deseaba. "Es conocido que no la deseo, que la respeto y que el Gobierno hoy trabaja por garantizar el derecho a la huelga y el derecho al trabajo. Estoy plenamente convencido de que en las reformas en el ámbito sociolaboral los sindicatos y los empresarios tienen la obligación de contribuir al diálogo, y espero que así sea más allá de los resultados que se puedan producir", dijo en respuesta a una pregunta blandita del portavoz de CiU, Josep Antonio Duran Lleida, sobre el contenido de la negociación sobre la reforma de las pensiones con los sindicatos -oferta realizada por Rodríguez Zapatero el pasado fin de semana.

En cuanto al 'cara a cara con Rajoy, el presidente del Gobierno se enfrentó a una pregunta sobre el efecto de los Presupuestos de 2011 en la competitividad de la economía española y, por tanto, en la creación de empleo. Rodríguez Zapatero defendió que la competitividad no estaba cayendo, sino todo lo contrario. Y explicó que España estaba conservando su cuota de mercado de bienes y había aumentado la de servicios "a pesar de la crisis y de la irrupción de las potencias emergentes". Subrayó que las exportaciones encadenaban ocho meses consecutivos con resultados positivos -una subida de 15,8% en lo que va de 2010- y que la productividad estaba creciendo un 2,5%-.

En cuanto a los Presupuestos, el líder socialista se mostró cauto y dijo que era necesario conocerlos "en todos sus términos" para poder evaluar su contribución al crecimiento de la competitividad.

Rajoy contrarrestó el optimismo de Rodríguez Zapatero esgrimiendo el 20% de paro en España frente al 10% en la UE, y continuó con el descenso nueve posiciones de la economía española -del puesto 33 al 42-. Y partir de ahí tiró de la brocha gorda para rematar con un diagnóstico presupuestario: "Según dicen los Presupuestos, (habrá) más paro, más impuestos, menos infraestructuras y más recortes sociales".

Para el presidente del Gobierno, lo importante era que Rajoy no había refutado en su intervención que España no había perdido cuota de mercado del comercio internacional, un dato "fundamental de la competitividad". Y se comió el reloj de Bono.

En cuanto al resto de la sesión, una semana más, el vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, se convirtió en el gran protagonista de la bancada socialista al responder con contundencia y buenos argumentos dos preguntas de los populares sobre las políticas activas de empleo y la condición de tránsfuga del alcalde de Benidorm.

Juan José Matarí se metió en un berenjenal -citó por cierto la moción de censura de Gibraleón-, y desvarió por momentos -otra vez el caso Matsa-. Y Chaves se cobró fácilmente la pieza citando los casos de transfuguismos con el PP por bandera en Denia, Villajoyosa y Calpe, municipios cercanos a Benidorm y recordando que Zaplana, el inefable ministro-portavoz del PP, llegó a ser primer edil de esta localidad alicantina gracias al voto de un tránsfuga. Remató su intervención con finura: "Yo respondo y ustedes callan, ésa es la diferencia". Un buen guionista, sin quitarle méritos al vicepresidente.

La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, halló su mejor tono en la respuesta a una pregunta de Rosa Díez, de UPyD, sobre el cumplimiento de la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña. En el cuerpo a cuerpo con la portavoz del Grupo Popular, Soraya Sáenz de Santamaría, que formuló una pregunta cajón de sastre sobre la confianza de los españoles, se descompuso algo. Pero está en el buen camino para volver a ser la política de la primera legislatura.

Por lo demás, la huelga general tuvo una escasa incidencia en el Congreso. Sólo siete diputados, los de ERC, IU-ICV y BNG, secundaron el paro.

Durante el Pleno matinal se manifestaron ante la puerta principal de la Cámara Baja sindicalistas de USO y un grupo de ciclistas, sin que fuera necesaria la intervención de la policía. El personal apenas secundó la huelga.

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