La improvisación reinó ayer en las calles del centro, donde los grupos de amigos y familiares se reunieron personalizando la Feria a su gusto. Los volantes volvieron a verse, pero fueron la excepción. Las camisetas con inscripciones, los sombreros de paja, los abanicos y las flores fueron, una vez más, los que pusieron el aire flamenco a los atuendos de los malagueños. Muchos instrumentos, por otra parte, dieron la nota de canciones populares, las de toda la vida; que incluso los más pequeños comienzan a tararear.

Las tapitas del súper permitieron llevar al centro suculentos platos a precios módicos, por lo que fue la elección mayoritaria, sobre todo, en los grupos jóvenes. También las bandas de música ocuparon un papel protagonista en la jornada y los verdiales hicieron suspirar a los amantes de su Málaga. Volvió a verse, sin lugar a dudas, una Feria para todos los públicos, que se mezclaban sin complejos como si se conociesen de toda la vida. Con más o menos asistencia, no faltó el ambiente.