Crítica 'Grand Central'

Amores prohibidos y radiactivos

Grand Central. Drama. Francia-Austria, 2013, 94 min. Dirección: Rebecca Zlotowski. Intérpretes: Tahar Rahim, Léa Seydoux, Olivier Gourmet, Denis Ménochet.

En este segundo largo de Rebecca Zlotowski (Belle épine) también se deja sentir la herencia de Claire Denis en el carácter elíptico y oblicuo de su mirada, en la narración esquinada de una trama de amor fou y radiactividad que parece citar el Toni de Renoir o el Deserto rosso de Antonioni en un paisaje rural presidido por las grandes chimeneas de una central nuclear.

Nos seduce esa manera lateral de ir adentrándonos en la historia de Gary (Rahim) y Karole (Seydoux), sin saber gran cosa de los personajes, de ese extraño grupo de trabajadores suicidas, más allá de sus cenas, juergas y rutinas, tan necesarias en un espacio donde el control y la precisión son vitales. La central nuclear se convierte en territorio doblemente peligroso y contaminado, en espacio orgánico en el que toda estrategia para mantener vivo el amor prohibido limita con la muerte.

Entre lo sensual y lo clínico, entre el cemento, el plástico y la hierba, entre las pulsiones y la razón, Grand Central construye un potente artefacto visual y sonoro que, ay, sólo encuentra su salida por la puerta de emergencia.

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