Crítica 'Un ramo de cactus'

Llorca o cómo dejar el cine en los huesos

Un ramo de cactus. Drama, España, 2013, 94 min. Dirección: Pablo Llorca. Intérpretes: Pedro Casablanc, Amanda Recacha, Alfonso Torregrosa, Juan Codina.

Segunda entrega de una trilogía sobre la España burguesa de hoy que nace con Recoletos... y se cierra con un proyecto ya en marcha, Un ramo de cactus mantiene viva esa tensión en el alambre del último cine de Llorca: tosco, depurado, sin producción, actores ni estilo, puro hueso narrativo en el que todo es posible, desde abrir con un parto en primer plano a pegar un tajo de "casi siete años" o cepillarse al personaje en portentosas elipsis.

Este nuevo Llorca pincha como el cactus del título y, aunque menos pulido y preciso que su predecesor, nos obliga a permanecer siempre alerta una vez pasado el mal trago de la zozobra técnica y la chapuza sonora. Aquí lo importante es otra cosa: lanzar preguntas incómodas en voz alta y a bocajarro, hablar de la deriva de un país rendido y su herencia, de la dificultad de educar en tiempos canallas y mutantes. Y por primera vez, con el humor como recurso, y al más puro estilo Blake Edwards.

En este proceso de depuración y disolución, de alejamiento y rechazo de la institución cine, tal vez sólo le quede a Llorca un último gran gesto político y suicida: desaparecer hasta de los festivales.

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