Crítica 'El futuro'

Nuclear sí, por supuesto

El futuro. Experimental, España, 2013, 68 min. Dirección: Luis López Carrasco. Intérpretes: Lucía Alonso, Queta Herrero, Rafael Ayuso, Sergio Jiménez.

Emancipado momentáneamente del colectivo Los Hijos, Luis López Carrasco presentaba en el pasado Festival de Locarno esta película de ficción experimental que cabe situar en la estela del revisionismo de la Cultura de la Transición que ocupa hoy a algunos sectores críticos de la intelectualidad patria.

El futuro nos traslada a 1982, año de la primera victoria electoral socialista de Felipe González (con cuya locución seductora e ilusionante se abre el filme), para convocar a una fiesta en un piso madrileño a un grupo de jóvenes que beben, conversan y bailan al son de canciones de la Movida.

El tratamiento sobre esa premisa narrativa mínima incide en la recreación del material encontrado, en las texturas rugosas y tratadas del 16mm, en la visibilización de las colas, en la repetición en bucle de gestos y rostros que parecen detener un tiempo en la materialidad (y la paulatina descomposición) de su registro visual y sonoro.

El futuro ha de entenderse así como crónica experimental y metafórica de una promesa de progreso y felicidad truncada, como reflexión matérica sobre un tiempo que sólo puede ser recordado como frustración y fantasmagoría, como filme político cuyo alcance remite no sólo a la Historia reciente de nuestro país sino a la propia historia del cine español, o al menos a ése que, de manera más libre, supo respirar el aire de aquel tiempo.

Paradójicamente, en su bucle de imágenes en movimiento, conversaciones entrecortadas y texturas sucias, el momento más logrado del film trabaja sobre el montaje de imágenes fijas, haciendo colisionar fotografías de archivo familiar con la canción Nuclear, sí, de Aviador Dro, con unos resultados que se nos antojan de mucho mayor alcance significativo y simbólico que buena parte de su estirado metraje.

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