Elecciones

Sean imaginativos, candidatos

EL pánico a la repetición del formato era tal que ayer se efectuó una llamada comprobatoria a la sede socialista de Ferraz. Confirmado. El próximo lunes, más de lo mismo. ¿Novedades? La moderadora, Olga Viza, y los turnos, inversos. Atención al drama: se repetirán los cinco bloques temáticos y la rácana y rígida manera de enfrentarlos. La derrota es una amenaza que paraliza a Zapatero y Rajoy, pero restringir tanto la espontaneidad es una mala señal que evidencia escaso apego a la propia altura intelectual.

Seamos optimistas. Si ya se han dicho lo que todos sabían, quizás guarden la vertiente creativa para el postre, que siempre es la guinda. Seguro que nos sorprenden. Rajoy se destapará como un tipo humilde, pedirá disculpas al presidente por haberle faltado tantas veces y recordará los logros del Gobierno socialista. Zapatero corresponderá con un renovado talante y le tenderá la mano para reafirmar todos los contratos rotos, sin importar el tráfago del pasado. En su epílogo de tres minutos, ambos aprovecharán para admitir que aún es viable un tercer debate -qué importa cuándo encajarlo si existe voluntad-, uno verdaderamente democrático donde quepa al menos la tercera fuerza del país, esa Izquierda Unida menguante y creativa que utiliza videojuegos para llegar donde la realidad no le deja.

Lo mejor sería el nudo. Millones de espectadores embobados, sorprendidos, apabullados por la metamorfosis de sus líderes. Zapatero hablará de ETA. Irá al grano. Dirá que De Juana volvió a su celda cotidiana porque la cosa no salió pese a sus numerosos gestos. Añadirá que Otegi le decepcionó. Explicará, de una vez, cuál era la ascendencia irrefrenable de esas instancias internacionales tan interesadas en prolongar los contactos con la banda. Y también se mojará con el modelo territorial. Alzando un dedo admonitorio, dirá que con los nuevos estatutos se cierra España. Simbólicamente, dejará a Ibarretxe para el final. "Ni lo sueñes, lehendakari", zanjará sin elevar el tono.

Rajoy confesará que ha cambiado, que no va de farol, que ya no juega a desestabilizar y desprestigiar. Anunciará la destitución del tándem Acebes-Zaplana y generará una corriente de entusiasmo en cada rincón (sensato) del mapa nacional. Sí, concederá, la pifié con el cambio climático, con el trato dispensado a Gallardón, con la innecesaria conexión eclesiástica. ETA será un factor de discordia cuando deba serlo, rematará, pero procuraré expresar mi posición en privado, sin que nadie tenga la sensación de que jugamos a contabilizar a quién le asesinaron más españoles.

El votante potencial apagará la tele entre satisfecho y conmocionado. El 9 de marzo decidirá acercarse a la urna asignada para corresponder a tan pulcro ejercicio de responsabilidad. Dormirá tranquilo. Su voto, vuele a donde vuele, estará en buenas manos.

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