Pasarela

La boda del año genera todo tipo de apuestas

  • William Hill ofrece 8 contra 1 a que las cámaras recogerán al marido de la reina Isabel II mientras se echa una cabezadita durante el servicio religioso.

La boda entre el príncipe Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton, el próximo viernes en la abadía de Westminster en Londres, ha dado lugar a todo tipo de apuestas. Cuando quedan cuatro días para el que se considera el enlace real del año, la casa británica William Hill da la opción a que uno se juegue sus libras en las apuestas más estrambóticas. Por ejemplo, William Hill ofrece 8 contra 1 a que las cámaras de televisión que grabarán la boda recogerán al príncipe Felipe, marido de la reina Isabel II de Inglaterrra, de 90 años, mientras se echa una cabezadita durante el servicio religioso.

Otras de las apuestas a las que ha dado pie el evento real especulan con la posibilidad de que la ex Spice Girl y ahora, diseñadora de moda Victoria Beckham acuda al acto vestida con uno de sus propios trajes, lleve gafas de sol negras dentro de la iglesia o que su marido, David Beckham, se ponga un frac. Más improbable parece que la antes conocida como Spice Posh sea la misteriosa diseñadora del vestido que lucirá la novia y que, hasta la fecha, sigue siendo el secreto mejor guardado de los preparativos para el gran día.

En cuanto a las apuestas que escogen como blanco a los protagonistas del enlace o a la familia real, los británicos se juegan su dinero a adivinar si Kate Middleton firmará un contrato prematrimonial y barajan también la posibilidad de que su padre rompa en sollozos al acompañarla hasta el altar. También se preguntan si la prometida de Guillermo se pondrá la tiara de la familia Spencer o si su madre, Carole Middleton, mascará chicle durante el servicio religioso. El príncipe Enrique tampoco se salva y, así, William Hill ofrece a sus clientes la posibilidad de que apuesten si el hermano del novio es el que recoge el ramo de la novia, animan a adivinar si el padrino se olvidará el anillo o se le caerá durante la ceremonia o, aún peor, si el hijo menor de Carlos de Inglaterra logra o no terminar su discurso debido a un hipotético estado de embriaguez.

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