El Arrebato, cantante

"Con la vorágine diaria, olvidamos nuestro sitio"

  • Tras dos años y medio sin publicar disco, El Arrebato lanza al mercado 'Lo que el viento me dejó', una apuesta cargada de positivismo

Hacía dos años y medio que no publicaba disco y ayer mismo comenzaba la promoción de Lo que el viento me dejó. Dos buenas razones para que, Javier Labandón, El Arrebato, estuviera feliz con el lanzamiento de unas nuevas canciones para las que ha reflexionado durante mucho tiempo. Compositor e intérprete de su música, el sevillano ha querido que fuera su tierra la primera en conocer una melodías que, a partir de ahora, no dejarán de sonar por todos lados.

–¿Qué ha hecho durante esta etapa en la que apenas le hemos visto por ningún lado?

–No parar. Primero estuve de gira y, luego, pensando mucho lo que quiero hacer conmigo y con mi vida. De ahí el título que he elegido para el álbum.

–¿Y a qué conclusiones ha llegado después de tanto darle vueltas a la cabeza?

–A que debo seguir siendo yo mismo, que es lo que me ha hecho llegar hasta aquí. Es importante saber tu lugar en el mundo.

–¿Cuál es el suyo?

–Ser padre. Creo que soy un padre de cuatro hijos (con 20, 17, 12 y 10 años) que se dedica a cantar. Eso es lo más importante. Con la vorágine diaria de trabajo, olvidamos nuestro sitio.  

–Ya mismo abuelo, ¿no?

–(Risas) Espero que no se atrevan… Al mayor le tengo amenazado (risas). Ten en cuenta que lo tuve con 18 años con lo que, si sigue mis pasos… (risas). Pero no creo. Son más listos que nosotros…

–Esa interiorización que comentaba… ¿Se nota en el resultado de Lo que el viento me dejó?

–Mucho. Ahí encuentras a alguien que ha conversado consigo mismo. Todo el mensaje es hallar la verdad. Es muy autobiográfico, con mensajes sociales, familiares, a mis padres… Todo con el estilo mío, por supuesto, aunque buscando más la raíz del pop.

–¿Se ha planteado, tal vez, hasta retirarse profesionalmente?

–Hombre, hay momentos que debes mantener una preferencia pero, si tuviera que atender a mi gente, no lo dudaría. Lo que pasa es que, si no me dedicara a esto, tampoco me sentiría bien para poder dar. Eso sí, no tengo intención de seguir el mismo ritmo. Quiero ver la vida con más tranquilidad.

–¿Siempre mantiene el mismo animoso estado de ánimo?

–No lo puedo remediar. Tengo instantes pero enseguida encuentro motivación. De hecho, Lo que el viento me dejó es el contrapunto a Lo que el viento se llevó. Cuando actúas en positivo, atraes positividad.

–¿Ni siquiera contemplar cómo está el panorama le desanima?

–No. Soy consciente pero,  a la vez, es que estamos en pleno cambio. Es como cuando llegas a una ciudad una década después de estar fuera. Hay que aprender a moverse primero. Sí está claro que la música seguirá gustando. Lo único que hay que buscar es la manera de hacerla llegar.

–Por cierto, ¿alguna vez se quitará su inseparable felpa?

–No lo sé. Supongo que sí, algún día. Tampoco hay ningún misterio. No hay ninguna cicatriz, ni me he quemado ni nada de eso. Me siento muy cómodo con ellas. Son como mi traje de Superman y, en ocasiones, hasta me riñen algunos fans si no me las pongo.

–¿Cuántas tienen?

–¡Uff! Muchísimas. Entre las que me regalan, y las que me compro, imagínate. Cajones y cajones... (risas).

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