Este año los populismos van enraizando abonados por el desapego de las instituciones con la existencia cotidiana de la gente. En el 16 vimos como en Reino Unido acudían a golpear, en sus propios rostros, a las instituciones europeas. Pasamos la mayoría del año, encaramados en banderas, bulos y simplezas, vibrando con nuestro "exit" doméstico. El "A por ellos" fue la simple respuesta al esperpéntico desafío de una parte, 47% dicen los resultados del 21 D, de disponer como "caseros" del territorio de la totalidad de la población.

Este año continuó desmoronándose el acuerdo de solidaridad intergeneracional sobre el que se sustenta nuestro modelo de convivencia. Aceptamos sumisos que las personas jubiladas en 2017, con la reforma de 2013 y con el 30 % de subempleo, pierdan un 30 % de poder adquisitivo. Mientras, la Comisión del Pacto de Toledo y la reforma de los modelos de contratación, paralizadas por el Gobierno. En 2017 nos golpean las cifras: 51 víctimas de violencia machista, cuatro más que en 2016, y solo anteayer el Gobierno puso sobre la mesa los primeros 200 millones para aplicar las 26 medidas aprobadas en septiembre. Este año, ya era hora, no hemos podido eludir la cuestión de género y la doble victimización a la que sometemos a las mujeres agredidas, como hemos visto en el juicio a la "manada".

Ojalá el año que viene reaccionemos ante los datos, nos percatemos que una bombona de butano cuesta y pesa lo mismo en Jerez que en Mataró y que sobran inquisidores de Madrid que vengan a imponer "reglas de ajuste" sobre los derechos de la mayoría en Ayuntamientos y Comunidades. Ojalá el año que viene el Mediterráneo deje de ser un campo de exterminio y asumamos la responsabilidad ante las imágenes de venta de esclavos. Dentro de 48 horas, exorcizando nuestros demonios, brindaremos por ello.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios