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La Catedral Vieja

Alfonso X quería ser enterrado en la Catedral de Cádiz. Sus restos no tuvieron el destino que él quería

Dicen los historiadores que el pasado jueves 3 de mayo, la hoy parroquia de Santa Cruz cumplió 750 años de su consagración como catedral, gracias a Alfonso X el Sabio, que reconquista Cádiz y al Papa Urbano IV, que así lo decreta, en bula dictada en 1263. Antes de la reconquista, el Obispado y la Catedral estaban en Medina Sidonia y lo habitual era restablecer las diócesis que existían en tiempo de los visigodos. La decisión no gustó al arzobispado de Sevilla, que reclamando a Roma, consiguió, por lo menos una reducción del territorio, quedando limitada la de Cádiz a partir del río Guadalete. De la antigua diócesis, la de Cádiz, conserva la mención "asidonense". Para mí, la hoy parroquia significa mucho, porque aunque yo me bauticé en San Antonio, cuando vine destinado a Cádiz, vivía en el edificio del Fénix y por ello, 6 de mis 7 hijos, fueron bautizados en Santa Cruz. Al 7º no es que no lo bautizáramos, sino que habiendo cambiado de domicilio, este correspondía a San Antonio. Mi especial recuerdo para el que fue su párroco Marcelino Martín, y que había nacido en Palencia el mismo año que yo (1935). Su hermana se casó con el gran cofrade gaditano, mayordomo del Perdón, Francisco Carnota. Sin duda fue su cuñado el que le hizo entender al palentino el sentimiento cofrade de los gaditanos, porque en su templo tenían su sede hasta tres, incluso cuatro, cofradías de penitencia.

Alfonso Aramburu, en su libro "La ciudad de Hércules", prologado por José María Pemán e impreso en Escelicer, ("Establecimientos Cerón, Librería Cervantes) lo que parece un compendio del gaditanísmo de otros tiempos. El escribe de "la nocturna soledad de la Plaza de Fray Felix; de la escalinata; del brocal del pozo subterráneo que está en medio de la plaza; del Palacio Episcopal y del callejón del Padre Ventura". Un colaborador de este periódico y compañero de página de opinión, los jueves, el catedrático Rafael Sanchez Saus, escribe de Cádiz en la época medieval y recoge la cantiga 328 de las del Rey Alfonso X, que hablando de Cádiz, con un mensaje que ninguna campaña de publicidad mejoraría, escribe que (esta) "tierra muy buena y abundante de pan, de vino de carne y de fruta sabrosa y de pescado y de caza y es tan abundante en todo, lo que dictamina la elección". Ante tanta maravilla, Alfonso X lo atribuye a una intervención milagrosa de la Virgen María. El quería ser enterrado en la Catedral de Cádiz, pero como ocurre muchas veces con los deseos postmortem estos no se realizan y parece que sus restos mortuorios se trocearon, aunque ninguno tuvo el destino que él hubiera querido.

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