La semana pasada acudí con mis hijos a ver la película Coco, inspirada en la tradicional celebración mexicana del día de muertos. En esa fecha tan señalada, es costumbre que las familias hagan un altar en sus casas donde colocan las fotografías de los seres queridos que se han marchado, algunos objetos que fueron de su propiedad y platos conteniendo sus comidas favoritas. El altar se adorna con flores y con papeles de colores artísticamente recortados. Todo esto porque se cree que ese día los muertos pueden volver para disfrutar de lo que los suyos les ofrecen. Al terminar la proyección, uno de mis hijos me comentó que la historia de la anciana que aparece en la película, la cual presentaba problemas de memoria, está basada en la musicoterapia desarrollada por el neurólogo Oliver Sacks quien incursionó en el mundo de las personas afectadas por el Alzheimer. Con sus investigaciones Sacks se dio cuenta que algunos pacientes que tenían ya muy avanzada la enfermedad, reaccionaban con emociones positivas cuando escuchaban música que fue significativa para ellos en alguna etapa de sus vidas.

Con sus estudios pudo constatar que ante el estímulo musical, incluso aquellos enfermos que habían dejado de hablar, empezaban a tararear y a cantar la letra de algunas canciones. Pero eso no era todo, sino que eran capaces de recordar el momento de sus vidas en el que escucharon esa música superando por un breve espacio de tiempo las barreras impuestas por la enfermedad, como el mismo Sacks lo muestra en su documental titulado Alive Inside.

En la película, la anciana Coco al escuchar una canción escrita para ella por su padre y cantada amorosamente por su bisnieto, se emociona, abre los ojos, sonríe y recuerda los días en los que su padre se la cantaba. Era como si esta mujer hubiera tenido dormida el alma en espera de un despertar. Es una escena muy emotiva que nos hace reflexionar en que realmente morimos cuando nos olvidan.

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