Elías Bendodo arrancó ayer su segundo mandato consecutivo como presidente de la Diputación de Málaga con el doble compromiso de afianzar las bases para que la provincia lidere el crecimiento económico y en materia de empleo de Andalucía y dirigir la institución sobre la base del diálogo y el pacto con el resto de formaciones políticas. "Gobernar es pactar con los demás partidos, sabiendo que ningún gobierno debe estar sometido a una ideología ni es dueño de la verdad absoluta", afirmó en las que fueron sus primeras palabras ante un concurrido salón de plenos, en el que destacó la presencia de la vicepresidenta del Gobierno central, Soraya Sáenz de Santamaría.

Bendodo dio el pistoletazo de salida a "una nueva etapa de cultura política" que, a su juicio, está marcada por "el diálogo, la negociación y la construcción de acuerdos y consensos". "Vamos a extraer lo mejor de cada partido; ninguna idea será rechazada solo porque venga de la oposición porque muchas cuestiones son mejores que nosotros; no son los colores, son las personas", dijo a modo de resumen después de los ciudadanos le despojasen de la mayoría absoluta en los comicios locales del pasado 24 de mayo.

Su pretensión, al menos de inicio, es la de convertir el "diálogo como método" de gestión, asumiendo la "obligación de gobernar para todos y con todos" y de hacer que cada Pleno "tenga el máximo consenso y acuerdo". "Hay más fuerzas representadas en este plenario, más pluralidad; me comprometo a que esta diversidad no sea un inconveniente para la estabilidad y el trabajo eficaz", abundó.

En esta hoja de ruta, emplazó a todos los partidos políticos y a administraciones como el Gobierno central y la Junta de Andalucía, para responder a los "grandes retos" que ha de afrontar la institución en el presente mandato y que, como bien apuntó, requerirán de varios periodos. "Podemos competir con cualquier si sumamos esfuerzos y voluntades", destacó. En este marco, subrayó como prioridades la resolución del problema del agua que padece la Costa del Sol, con el fin de aprovechar los recursos disponibles tanto para la agricultura como para el turismo; impulsar la declaración de los Dólmenes de Antequera como Patrimonio de la Humanidad; colaborar en la declaración de la Sierra de las Nieves como Parque Nacional, y colaborar en la solución final al paso del río Guadalmedina por Málaga capital.

El otro gran elemento de su discurso fue el de enfatizar el papel protagonista de la provincia en el desarrollo económico de la región andaluza. "Málaga tiene la obligación de no conformarse; el deber de liderar el crecimiento del empleo, la economía, la sociedad y la modernidad", subrayó Bendodo, para quien éste es el "reto más importante en la historia de la Diputación".

Para el también presidente del PP provincial, las condiciones y potencialidades de la provincia, la obligan al liderar ese crecimiento. "Málaga y la Costa del Sol están obligadas a tirar del carro y a hacerlo con especial fuerza para que nuestra tierra, Andalucía, no se quede atrás en la recuperación económica", apostilló. Y ello con tres campos centrales: el turismo, aspirando a hacer de Málaga la primera provincia bilingüe, en la que se hable español e inglés; el agroalimentario, manteniendo la apuesta por la iniciativa Sabor a Málaga y poniendo en marcha una nueva escuela de hostelería en La Térmica, y el sector servicios. Anunció además el impulso de una campaña de reforestación con la que cubrir la huella de carbono y las emisiones contaminantes de la provincia.

El recién investido presidente de la Diputación tuvo palabras de agradecimiento para sus nuevos socios en la institución, Ciudadanos, cuyo apoyo directo le permitieron la elección en primera votación por mayoría absoluta. Del partido naranja, convertido en comodín esencial para que los populares sigan gobernando tanto en la institución provincial como en el Ayuntamiento de la capital, Bendodo destacó "su altura política y su voluntad de diálogo".

Los contactos entre ambas formaciones permitieron la firma de un acuerdo de investidura que obliga al nuevo equipo de gobierno del PP, que estará asentado en dos grandes áreas, una económica y otra social, a reducir a la mitad el personal eventual y a ajustar los niveles salariales; a fusionar y eliminar ciertos organismos, "y a lograr la deuda cero y evitar que la institución vuelva a llegar a los niveles de endeudamiento del pasado con bancos y entidades de crédito", dijo Bendodo, para quien ningún gobierno "debería pagar los excesos y derroches de otros; ninguna generación tiene derecho a hipotecar el futuro de las siguientes".

Precisamente, uno de los logros del pasado sobre el que quiso poner el acento el mandatario fue el de la reducción de la deuda que tenía contraída la institución. "Hemos pasado de 300 millones de euros de deuda, a la Diputación de los 300 millones de inversión", dijo Bendodo, para quien hace cuatro años la institución era "un lastre, que no pagaba lo que debía ni gastaba lo que tenía".

La idea fuerza lanzada por el presidente sirvió igualmente de base para el discurso de la nueva portavoz del PP en la institución, Francisca Caracuel, quien sustituye en tales funciones a Francisco Salado, ex alcalde de Rincón de la Victoria, pero rescatado para el gobierno de la Diputación. Caracuel incidió en que la gestión del pasado mandato ha dado resultados "indiscutibles", llevando al ente a las cifras de inversión "más altas" de su historia.

Asimismo, defendió el papel de la institución provincial en un momento en que se pone en duda. "Es un debate acelerado, falto de datos y, en muchas ocasiones, erróneo, pero sobre todo injusto", aseguró, al tiempo que enfatizó que la Diputación, que consideró "imprescindible", "juega un papel básico" en la provincia. Por ello, tendió su mano al resto de formaciones para "dar ejemplo ante la sociedad como políticos comprometidos con el futuro de su tierra".