Málaga

"Creo que a todos nos hace falta abrir los ojos y salir de nuestra burbuja"

  • Este año siete jóvenes han ingresado en el Seminario para discernir su vocación y el padre Paco es el encargado de convertirlos en buenos pastores · Asegura que aquí "no se viene huyendo de nada"

Francisco González (Málaga, 1949) es el padre Paco para decenas de inmigrantes, de desamparados y para aquellos feligreses de las parroquias en las que ha sabido escuchar y ayudar con tanto esmero, con paciencia infinitiva y sonrisa perpetua. Desprende una bondad tranquila que se antoja tan alejada de estos tiempos voraces y que es su principal herramienta para llegar a los jóvenes que estudian en el Seminario. Desde hace un año es el encargado de guiar las vocaciones de los futuros sacerdotes de Málaga.

-Es rector del Seminario desde el curso pasado, ¿el cargo supuso un reto especial?

-Sí, y ante un nuevo reto siempre uno se cuestiona si estará preparado para asumirlo con eficacia. Era un cambio grande que asumí con respeto, pero cuando la Iglesia a través del obispo te pide este servicio, uno se siente feliz con la labor que tiene que realizar.

-¿Cómo es un día cualquiera aquí?

-Nos levantamos temprano, sobre las 6:30. A las 7:30 ya estamos rezando en la capilla. A las 9:00 comienzan las clases. Tras el almuerzo hay un rato para el paseo, el descanso y el estudio. Por la tarde algunos días tenemos formación y celebración de la eucaristía. El fin de semana, hay retiro espiritual, tareas pastorales como acompañar a los enfermos de sida en Coliché, asistir en la residencia del Buen Samaritano, a la institución benéfica Sagrado Corazón... Queremos que tengan contacto con la realidad de dolor, marginación, sufrimiento, porque luego su misión como sacerdotes será estar ahí. Los domingos por las tardes lo tienen libres y siempre que se necesita, esto no es un cuartel. Tiene que haber una cierta disciplina pero siempre dentro de una libertad. Lo que queremos es crear personas adultas y que luego sepan enfrentarse a la realidad de la vida.

-Este año estudian siete nuevos seminaristas, lo que supone un aumento del casi 50%. ¿A qué cree que se debe?

-Este año hay 20 y espero que el que viene sean 30. Uno se lleva sorpresas y cuando menos lo espera responden a la tarea de sensibilización pastoral y vocacional. Muchas veces no hay una correlación directa.

-Ahora inician una nueva experiencia.

-Sí, el Preseminario. Es un curso de discernimiento para los jóvenes que tienen esa inquietud, en el que se va profundizando en la Palabra de Dios, se van planteando la vida como vocación, también hay un equipo de psicólogos para ver la idoneidad para desempeñar su tarea. Se empezó el día de la Inmaculada y vamos a estar durante este curso. Yo creo que en la vida es importante que nos plantemos todos cuál es nuestro lugar, qué quiero hacer con mi vida.

-Usted se hizo esa misma pregunta...

-Yo estudié Economía y estuve siete años de jefe de producción en una empresa. Sin embargo, sentí que quería otra cosa. En ese momento es duro dar el paso, esa era mi vida entonces, estaba situado, pero en el fondo hay que hacer lo que realmente uno quiere. Debes encontrar tu sitio.

-¿El seminario es una buena salida ante la crisis económica?

-No, nunca se va al seminario huyendo de nada. Aquí el que viene es por vocación. Antiguamente los padres no tenían otra opción de dar cultura y muchos los mandaron al seminario. Pero los tiempos han cambiado, ahora hay otras muchas posibilidades. Además si supiésemos que ese fuera el motivo no se lo permitiríamos.

-Creo que los estudiantes tienen una media de edad de unos 30 años ¿ya saben perfectamente lo que quieren?

-El perfil del seminarista va cambiando. Hay algunos jóvenes que entran después de haber terminado el Bachillerato pero no suele ser lo normal. Tenemos a gente con carrera universitaria, profesionales que humanamente ya tenían su vida resuelta pero que no les llenaba. Una persona que es abogado y lo deja todo, o que gana un buen dinero ofreciendo cursos de informática y se mete aquí, que no llegamos a ser mileuristas, ha de ser porque ha encontrado algo más profundo.

-Un estudio reciente afirma que el sacerdocio es el oficio que mayor felicidad reporta, ¿cuál es la clave?

-Pues creo que en el fondo lo que llena la vida es el darse, por eso están por detrás del sacerdocio, los bomberos y los fisioterapeutas, ambas suponen un servicio a los demás, como los médicos, pero yo hablo con ellos y me dicen que están estresados.

-¿Y los curas sufren estrés?

-Pues no trabajo menos que cuando estaba en la empresa, muchas veces no tienes horas, pero sí lo enfocas de otra manera, además buscas espacios de encuentro, de silencio, de reflexión. La actividad muchas veces termina desquiciándonos. Hay que lograr un equilibrio.

-¿Cómo va Málaga en cuestión de fe?

-Esta es una pregunta tan amplia... habrá de todo. Indudablemente refleja la situación socioreligiosa de España y de Europa. Hoy se vende la imagen de que Dios estorba para que la persona pueda realizarse pero es todo lo contrario. Cuando se prescinde de él por desgracia afloran los egoísmos, las envidias, las zancadillas... A veces los valores son muy pobres, nos conformamos con estar en la orilla y no volamos alto. Lo que más llena es pasar por la vida haciendo el bien. Hay que plantearse qué valores se está dejando a la juventud, porque tiramos piedras sobre nuestro propio tejado, luego decimos que hay delincuencia, maltrato, pero tenemos que ver qué estamos sembrando y aquí hay que implicarse todos.

-Siempre se ha criticado que la Iglesia no se adapta a los tiempos, ¿qué cree?

-Hay que ver en qué cosas uno tiene que adaptarse y avanzar y qué supone una auténtica claudicación de los valores. La Iglesia no podrá aceptar, por ejemplo, que el aborto sea un signo de los tiempos que corren porque siempre defenderá la vida, aunque tachen esto de anquilosado. Pero, a pesar de todo, ese reto de adaptación siempre está.

-¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo diario?

-Es una experiencia de ganar la vida, dando un poco de luz y de esperanza. Vives experiencias muy variadas, muy profundas.

-Ha tenido mucho contacto con colectivos de inmigrantes, ¿le preocupa mucho su integración?

-Hemos trabajado fuerte en ese tema, por eso creamos una asociación. Hemos hecho intermediación laboral y hemos intentado acogerles sin que tampoco pierdan su cultura. Intentemos sacar lo bueno que nos puedan aportar y que no se aíslen, que se sientan parte de esto, unidos en esta familia.

-¿Es Málaga una ciudad, como reza su lema, hospitalaria o cree que en momentos difíciles crecen los recelos?

-Yo creo que la idiosincracia y carácter que tenemos, ese sol y ese mar abierto, configura la personalidad del malagueño. Considero que muchos inmigrantes vienen a Málaga porque encuentran algo, aunque es verdad que puede haber brotes de gente que piense que les quitan el trabajo aunque la verdad es que nos ayudan muchísimo.

-Otra vez cifras nefastas de desempleo, ¿cree que hay alguna receta para salir del hoyo?

-Yo pienso que sí y España quizás tiene unas condiciones más favorables que, por ejemplo, Portugal e Italia. Yo creo que si se ponen las medidas adecuadas y todos tomamos conciencia de la realidad en la que estamos, podemos salir. Lo importante es ser solidario y poner en marcha políticas económicas eficaces y que no las sufran siempre los más pobres. Que se haga una redistribución más justa de los bienes. No podemos seguir viviendo un ritmo de vida tan artificial, tan por encima de nuestras posibilidades.

-¿Hemos llegado al límite del consumismo feroz?

-Lo que sé es que tenemos que darnos cuenta de que hay que vivir de otra manera. Creo que a todos nos hace falta abrir los ojos y salir de nuestra burbuja.

-¿Qué mensaje habría que trasladar a los jóvenes?

-Los jóvenes no lo tienen fácil, después de una carrera tienen que estudiar otra porque no hay salida. Pero esto nos tiene que suponer un replanteamiento de la manera de vivir. Han de tener iniciativa, prepararse bien y que la sociedad les abra camino para que puedan realizarse. Que sigan luchando, que no tiren la toalla, que eso es lo peor.

-¿La formación es clave en estos tiempos?

-Yo creo que sí, hay que estar preparados y estudiar es una oportunidad, una suerte. Seguro que el que se forme bien tendrá más posibilidades que el que no lo haga.

-¿Cree que hay una vuelta a la educación en valores?

-Yo creo que hay una vuelta a darse cuenta de que lo que sembramos es después lo que recogemos. Yo creo que los profesores siempre tienen el interés de educar en valores aunque no lo tengan fácil. A veces, los problemas vienen más de los mismos padres que de los niños. Hace falta un modelo educativo que no esté en constante cambio, sino consensuado por todos los partidos políticos y que ayude al niño a crecer como persona integralmente.

-¿Paseará por el Muelle Uno?

-Claro que sí. Me parece estupenda la integración del puerto en la ciudad. Yo creo que Málaga va mejorando.

-¿Cuál es su rincón favorito de la ciudad?

-Pasear por el centro me gusta mucho, también el paseo marítimo o los Montes. Es que Málaga es muy bonita, no solamente la ciudad. Toda la provincia es un disfrute. Desde la Balcón de Europa en Nerja hasta la Serranía de Ronda. Gaucín, el Chorro, Antequera, Archidona... Aquí todo es un gozo.

-¿Votó en las últimas elecciones? Le gusta participar en política?

-Sí, he votado en todas las elecciones. Es un deber cívico que creo que debemos de ejercer.

-¿Confía en la política?

-Yo creo que hay políticos honestos que de verdad quieren luchar por la sociedad, servir al pueblo, aunque eso supone un esfuerzo grande, no mirar tanto mis intereses personales sino el bien común.

-¿Qué le pedirá al nuevo año?

-Que la gente abra realmente su corazón. Ojalá fortalezcamos la fe que necesitamos para no hundirnos y seguir luchando.

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