Málaga

Despachos habilitados desde hace una semana y policías 'playeros'

  • Los agentes entraron de paisano y tras un rato observando se pusieron los petos policiales

Como ocurrió en la operación Malaya, los agentes especialistas en delitos económicos han llevado con extremo sigilo la investigación que ha destapado la supuesta trama de corrupción en el Ayuntamiento de Estepona y que ha concluido con la denominada intervención Astapa. Unas precauciones adoptadas para evitar que los imputados obtuviesen cualquier información y que han dejado curiosas escenas.

La operación se empezó a fraguar hace aproximadamente una semana, cuando agentes desplazados desde Madrid comenzaron a seguir los pasos de los futuribles detenidos. Las distintas comisarías de la Costa del Sol comenzaron a habilitar despachos para los interrogatorios de éstos y para que los representantes de la Fiscalía Anticorrupción tomasen declaración a los posibles testigos, algo que ayer, por ejemplo, se comenzó a realizar en las dependencias policiales de Estepona.

La mañana del martes se puso en marcha el operativo que ha concluido con la detención de los principales miembros de la Corporación esteponera. La intervención, en la que participaron más de 200 agentes, careció del impacto visual de la operación Malaya, en la que decenas de agentes antidisturbios tomaban los perímetros de los edificios y domicilios a registrar. En esta ocasión, ha primado el efecto sorpresa. Y para ello, que mejor forma que mimetizarse entre la población.

Los agentes de paisano entraron en las dependencias municipales objeto de registro como si se tratasen de ciudadanos que iban a realizar algún trámite. Las sempiternas gafas de sol se mantenían como único elemento del vestuario sobrio del que suelen hacer gala y que en esta ocasión cambiaron por prendas más playeras.

Se podría pensar que el nuevo look pudiese obedecer a los rigores climáticos, pero detrás de los pantalones piratas, las gorras y alguna que otra bermuda, se encontraba la intención de pasar completamente desapercibidos.

La irrupción en la delegación de la concejalía de Urbanismo dejó pinceladas imborrables. Una decena de agentes de paisano accedieron al interior de la misma y, tras un tiempo prudencial observando, se pusieron los petos identificativos de policías y se identificaron como tales. El registro acababa de comenzar. Los accesos fueron bloqueados y poco después llegaron agentes uniformados que impedían el acceso al edificio y al aparcamiento que había en la planta baja.

Especialmente llamativa era la imagen de una menuda agente cuya indumentaria la hacía pasar por una turista más que visitaba el municipio. Pantalones por las rodillas, chanclas, camiseta de mangas de tirantes y una gorra de la que salía una cola de caballo. Era tal su aspecto, que en varias ocasiones fue interceptada por los policías que se encontraban en los exteriores y que pensaban que se trataba de una ciudadana de a pie. Junto a ella, destacó un agente que se encontraba en el Ayuntamiento y cuya bermuda y playeras recordaban a las series policiacas ambientadas en el Caribe. Los que llevaban chanclas no optaron por los calcetines. El papel de guiri iba a cantar.

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