Se acercó a un hombre con la supuesta intención de venderle cocaína y también gas de la risa. El cliente al que pensaba que ofrecía la droga resultó ser un policía de paisano, que terminó arrestándolo como presunto autor de un delito contra la salud pública, según informaron fuentes cercanas al caso.

Los hechos ocurrieron durante la madrugada del domingo al lunes mientras agentes pertenecientes al Grupo de Contravigilancia de la Policía Local de Marbella patrullaban por la zona de Puerto Banús. Un individuo de 25 años que, según las fuentes consultadas trabaja como relaciones públicas de bares y es de nacionalidad británica, se aproximó a uno de los efectivos para venderle, presuntamente, un gramo de cocaína por unos 80 euros. Pretendía además proporcionarle una cápsula de óxido nitroso, conocido como gas de la risa, a cambio de otros 20.

Los agentes mostraron entonces su placa y se identificaron como policías para proceder al registro del presunto vendedor. La actuación policial se saldó con la incautación de casi una veintena de globos que supuestamente se usaban como medio de extracción del gas, cuya inhalación está prohibida, 14 cápsulas de gas comprimido que contenía esta sustancia, dos bolsas con cocaína y unos 300 euros.

A finales del pasado mes de junio, la Policía Local del municipio también intervino un total de 2.400 dosis de gas de la risa en el maletero del vehículo de un extranjero en las inmediaciones de un local de moda próximo a Puerto Banús. Los efectivos levantaron un acta de denuncia al presunto responsable, al que acusaron de haber cometido una infracción administrativa. El óxido nitroso suele venderse en pequeñas botellas, desde donde se inhala directamente. De ahí que suponga un riesgo de quemadura por la baja temperatura. La otra alternativa es introducir la sustancia en un globo y aspirar su contenido.

El principal riesgo que su uso recreativo conlleva es el de sufrir una caída ya que el estado al que induce puede afectar a la coordinación. También son habituales las náuseas, los vómitos y el dolor de cabeza. Otra posible consecuencia es la asfixia, no por la toxicidad de la sustancia sino por el peligro de conservarla en los pulmones durante demasiado tiempo. En función de cómo se administre, también pueden aparecer quemaduras.