Málaga

"Es irónico que con un ictus y en Urgencias tardaran cinco horas en atender a mi cuñado"

  • La familia ha puesto una denuncia por una posible negligencia

  • El hombre está muy grave en el Regional

"Nunca sabremos cuál habría sido su evolución si lo hubieran atendido a tiempo. Es irónico porque le ha dado un ictus en Urgencias de un hospital y han tardado cinco horas en atenderle. Si apareciera Aladino y te dijera que te va a dar un ictus, frotarías la lámpara y pedirías que te diera en la sala de Urgencias de un hospital. Y justamente ahí han tardado cinco horas en atenderle". Así reflexionaba Bernardo Reina, cuñado del paciente que sufrió un accidente cerebro vascular mientras aguardaba los resultados de las pruebas en Urgencias del Hospital de Antequera y al que el centro sanitario olvidó durante cinco horas.  

A. B. R. tiene 44 años. El jueves pasado se sintió mal y fue al Hospital de Antequera. Empezaron a hacerle las pruebas y lo mandaron a la sala de espera de Urgencias. Como le estaba dando un ictus, no pudo contestar cuando lo llamaron. Así pasaron unas cinco horas hasta que una mujer advirtió al personal de aquel hombre que estaba aparentemente "dormido". Poco después, era trasladado al Hospital Regional. El paciente continúa ingresado en este centro, sedado y en coma inducido. "Está muy grave. Los médicos del Regional no nos dan muchas esperanzas. Estamos indignados. Estuvo unas cinco horas en Urgencias del Hospital de Antequera y sin asistencia. Ese hospital nos dice que lo llamaron por megafonía, pero que no contestaba, que se encontraba prófugo", sostiene su cuñado.

La familia -a través del Defensor del Paciente, Damián Vázquez- puso el lunes pasado una denuncia en el Juzgado de Instrucción número 3 de Antequera contra el Servicio de Urgencias del hospital de esa localidad, el personal sanitario y el Servicio Andaluz de Salud por una "imprudencia profesional médica con graves lesiones" por abandonar al paciente en Urgencias precisamente mientras sufría un ictus, una patología en la que el tiempo juega en contra.

A. B. R. empezó a sentirse mal sobre las 10:30 del 11 de enero mientras estaba trabajando. Fue a la farmacia más próxima y se tomó la tensión. La tenía alta. Allí le aconsejaron que fuera al hospital. Un compañero de trabajo lo llevó hasta el comarcal donde llegó sobre las 11:30. Tenía fuerte dolor de cabeza, desorientación y tensión alta. En Urgencias empezaron a atenderlo a las 12:07. Sobre las 12:30 le hicieron una analítica de sangre y un electrocardiograma. Lo mandaron a la sala de espera de pacientes donde aguardó sentado. El propietario de la empresa donde trabaja lo llamó a las 14:42 y no le cogió el teléfono. Pensó que estarían haciéndole pruebas. Como más tarde vio que no se conectaba desde las 12:59, a las 16:28 decidió llamar a la hermana del paciente. Ésta fue a su casa y no estaba. En el trabajo tampoco se encontraba. Llamaron al hospital y le informaron que estaba "prófugo", que se habría marchado sin avisar. Así que los familiares se presentaron en el comarcal de Antequera.

Mientras sus hermanos preguntaban dónde estaba A. B. R., un poco más allá, en la sala de espera a una mujer empezó a extrañarle la actitud de un hombre que llevaba mucho tiempo sentado, inmóvil; como "dormido". Y avisó a un celador. Éste acudió con una silla de ruedas. El paciente intentó levantarse, pero no pudo. Así que el empleado del hospital pidió ayuda a otra persona. "El celador se llevó al paciente infartado después de que estuviera aproximadamente cinco horas en la sala de espera sin ser atendido", indica la denuncia de la que informó ayer El Defensor del Paciente.

Mientras los hermanos preguntaban al personal del hospital dónde estaba A. B. R., vieron que salía en una camilla hacia la ambulancia, camino del Hospital Regional. Aquí lo operaron ese mismo día durante más de cuatro horas. Sigue ingresado y muy grave. 

Bernardo resume la indignación y perplejidad de la familia: “Pasamos por la angustia de no saber dónde estaba. Y cuando llamamos al hospital nos dijeron que estaba 'prófugo'. Madre mía, prófugo... Es una persona responsable, coherente y obediente, no se iría de un hospital donde le están haciendo pruebas, ni sin decir adiós. No damos crédito a que algo así haya pasado en un nuestro país, en un hospital de Andalucía. Puede pasar en el Tercer Mundo, pero no aquí. A cualquier persona le puede dar un ictus, pero no se puede tardar cinco horas en atenderla y menos, estando en Urgencias de un hospital”.

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