Málaga

Málaga y Enrique Ponce, una historia de amor interminable

Hace 22 años, el maestro Manuel Alcántara escribió, en referencia a la Noche mágica de Javier Conde, unas frases que hoy tomo prestadas y las que más de dos décadas después el protagonista es el diestro de Chiva: No es que Enrique Ponce toreara ayer como los ángeles, es que los ángeles intermitentes que le asistieron están ahora intentado torear como él.

La corrida Picassiana-Crisol cumplió las expectativas con un resultado artístico que sube el listón de la feria y pone caro el Capote de paseo para los aspirantes de los próximos días. Con tres cuartos de entrada, Enrique Ponce y Javier Conde dieron una tarde de toros que no perdió el interés en ningún momento, la cual estuvo amenizada por la soprano Alba Chantar, Estrella Morente y Pitingo, que interpretaron diversas obras acompañados de la banda de Miraflores-Gibraljaire y en algunos momentos solos por un guitarrista. Asimismo, para la ocasión el artista francés Loren decoró la plaza, fusionándose de esta forma varias artes: toreo, música y pintura.

Indultó al quinto de la tarde, de nombre 'Jaraiz', de la ganadería de Juan Pedro Domecq

Al primer Juan Pedro, Ponce lo recibió por verónicas. Tras esto, Manuel Quinta dejó un buen puyazo, pero los banderilleros no anduvieron finos con los palos. Estrella Morente acompañada por una guitarra y posteriormente la banda al son de la Misión pusieron música a una obra de arte de Enrique Ponce. Una vez más. Suaves muletazos con ambas manos y ambos pitones y eternos cambios de mano. A pesar de la estocada atravesada se le pidieron con fuerzas las dos orejas, aunque finalmente Ildefonso del Olmo solo concedió una.

Conde se mostró inseguro con el capote en el recibo al de Daniel Ruiz, con el que José Antonio Trujillo dio una lección de cómo hay que lidiar un toro. La faena de muleta la comenzó por bajo y poco a poco fue cogiendo importancia hasta que toreó al natural, donde consiguió los momentos de mayor belleza. El duende de Conde había vuelto. La media estocada atravesada y el descabello le impidió cortar una oreja. La vuelta al ruedo fue el resultado de la reconciliación soñada por Conde con la afición de Málaga.

El tercero, de Daniel Ruiz, salió con movilidad. Verónicas, dos de ellas rodilla en tierra, junto a chicuelinas fue el recibo del burel. El toro flojeó y fue protestado. En banderillas se desmonteró Abraham Neiro. Con la muleta no le sobraban las fuerzas y a base de paciencia y maestría Ponce consiguió que captar el interés de La Malagueta. Coro, banda, público y torero eran uno. Una faena completamente inventada que fue de menos a más. Mucho más. Derechazos, naturales y de pechos lentos. Estocada caída y atravesada con aviso y otra oreja más para el esportón.

Con el cuarto toro, más serio que los anteriores, Conde tampoco se mostró cómodo con el capote. Con el caballo no se le dio demasiado castigo, mientras que en el siguiente tercio los banderilleros tuvieron demasiadas dificultades. En el comienzo de faena el malagueño estuvo dubitativo. Con el cante de Pitingo la banda interpretó el Concierto de Aranjuez mientras Javier daba muletazos recortando el viaje del toro una y otra vez. Entró a matar hasta en cuatro ocasiones, dejando en el cuarto viaje menos de media estocada que le sirvió para acabar con Oportuno, tras sonar un aviso.

Delantales para recibir a Jaraiz, de la ganadería de Juan Pedro Domecq. Un toro al que se le cuidó mucho en el caballo y en banderillas para que llegase con opciones al ultimo tercio. El de Chiva brindó al público y comenzó la faena en los terrenos del tres. Pronto metió al toro en el canasto. La noche caía mientras Ponce, sereno, vertical y elegante, cuajaba dos grandes tandas de derechazos antes de una bella tanda de naturales con la que el público se entregó. Poncinas con la muleta antes de volver a coger el capote y enjaretarle otras tantas poncinas mientras la unanimidad de los espectadores solicitaban el indulto. De nuevo con la muleta, Ponce, rodillas en tierra, realizó una gran tanda de derechazos antes de que asomase finalmente el esperado pañuelo naranja. Antes de regresar a los corrales invitó a Conde a darle una tanda a Jaraiz. 16 años después volvió a hacer historia en una de sus plazas. Jaraiz se suma a Guisante como los dos únicos toros indultados en la Feria de agosto de Málaga. Mientras daba la vuelta al ruedo sonó Sueño Imposible, aunque en este caso el sueño sí fue posible.

Con la euforia aún del indulto, Javier Conde recibió con plásticas verónicas al último de la tarde. Con la muleta, arrebatado, mientras cantaba Estrella Morente y posteriormente Pitingo, dio estremecedores derechazos con el compás abierto y trazo largo. El pinchazo y la menos de media estocada antes del definitivo descabello le imposibilitó haber tocado pelo en su regreso a La Malagueta. Málaga recuperó a su torero. Conde recuperó su duende. El resultado de esta tarde fue una emocionante puerta grande del maestro Ponce acompañado por unos 50 jóvenes aficionados al grito de ¡torero, torero!. A hombros hasta el hotel ante la negativa de estos a bajarlo de sus hombros.

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