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Cuando Málaga se rinde ante la 'leyenda'

  • El skate park Rubén Alcántara acogió al skater Tony Hawk y a su equipo de BirdHouse La gira recorre todo el mundo y esta ha sido su única parada en España

No es la primera vez que se habla de Tony Hawk y de su visita a Málaga. En este tiempo, mucha gente ha tenido la oportunidad de reconocer a la figura: "¡Un deportista de élite!", "¿Ese no era el de los videojuegos?" y una larga lista de comentarios acerca de la estrella de la tabla sobre ruedas. A sus 47 años, Hawk puede presumir de haber transmitido a varias generaciones las bondades de un deporte que hoy en día está en alza: marcas, patrocinios y el bendito YouTube inundado de exhibiciones y de exóticos viajes, en los que jóvenes pro skaters buscan el mejor salto en una ciudad desconocida. Él fue el encargado de llevar la disciplina a otro nivel. La publicidad, el buen hacer y la infinita lista de trucos que solo él supo hacer durante años. Pero sobre todo, la diferencia la marcó su afán por la divulgación y sí, sus videojuegos.

Tras haberse retirado de la competición y del circuito, se dedica al marketing. Hace giras en las que promueve el deporte y reúne en las mejores instalaciones del mundo a los fans del skate, para mostrarle lo que todavía es capaz de hacer, pero sobre todo, lo que su marca y su equipo hacen junto a él. Málaga se convirtió ayer en el escenario de acogida para el séquito de Hawk y Birdhouse. Más de 10 skaters estrenaron de manera oficial el nuevo y reluciente skate park Rubén Alcántara. El público se estremeció a su llegada. La mayoría, jóvenes que sujetaban sus tablas como diciendo "¡Eh, Tony, somos de los tuyos!". Música, cartelería publicitaria, merchandising... Una fiesta con un anfitrión que se mostró agradable y familiar. La aparición de Hawk estuvo a la altura de las circunstancias, y las más 1.500 personas que esperaban se mostraron satisfechas con su entrada triunfal. Llegó conduciendo él mismo un Mini que aparcó dentro del parque. Nada más salir empezó el clamor: "¡Tony!", "¡Aquí, Tony, un autógrafo!", gritaba el gentío alrededor de la zona reservada a los skaters. Llevó durante un buen rato una camiseta del Málaga Club de Fútbol con su nombre en el dorsal. El protagonista se mostró amable y entregado a un público que completó el aforo. Más de 50 voluntarios trabajaron para que todo saliera según lo previsto.

La cita se hizo corta, sin lugar a dudas, la mayoría de los asistentes se habrían quedado allí observando a la élite capaz de hacer trucos que ellos solo pueden ver en los vídeos. Un amplio despliegue policial aseguró que no hubiera incidencias, así como el numeroso personal de seguridad privada, y es que el ambiente se antojó familiar y cordial. Nadie quería perderse a la estrella. Adolescentes de todas las tribus urbanas, familias y familias que disfrutaron de un soleado día.

La primera parte de la exhibición comenzó en la piscina. Un entramado de rampas y saltos conectados donde Hawk y su equipo, tras un par de rondas de reconocimiento, comenzaron a hacer las delicias de los asistentes, que vitoreaban cada vez que se salían del tiesto. "Vengo a patinar aquí todos los días, y ese truco no se me había ocurrido nunca", comentó un chico con gorra hacia atrás y la tabla en una mano. Las gradas estallaron en un sonoro grito de asombro cuando uno de los trucos más esperados salió de los pies -y de las manos- de Hawk. El famoso invert, una mano agarrando la tabla sobre los pies, la otra sosteniendo su cuerpo del revés sobre el borde del tubo. Un acrobático pino que la gente aplaudió, porque él fue el primero que hizo esa pirueta. Otro de los movimientos más esperados siempre que el skater se deja ver, es el giro de 540 grados. Una vuelta completa y media a tres metros sobre el suelo. El cariz cómico lo aportó el alcalde de la Torre, con su discreta aparición para saludar a la estrella -entre un público dividido: unos aplaudieron el gesto, otros pitaron y abuchearon al edil- y observar unos saltos.

La fiesta se trasladó al medio tubo, y el público pudo ver más de cerca las acrobacias de Hawk, que se retiró antes que el resto de la tripulación -la edad no siempre perdona-, pero no lo hizo sin antes mostrarse agradecido por el recibimiento, y sin dedicar después un largo rato a hacerse fotos y firmar autógrafos en gorras, camisetas y tablas. El resto del equipo continuó dando lo mejor de sí, hasta bien entrada la noche, y nadie se movió de allí hasta el fin de fiesta.

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