juan ramón casero. ingeniero técnico industrial y ex político

"El dinero del Metro al centro lo usaría en prolongar Larios hacia la Alameda"

  • Cuestiona que los dos grandes partidos no alcanzasen un acuerdo al inicio de la legislatura para impulsar los necesarios cambios en la Constitución y un gran pacto de estado en educación

-¿Por qué ha elegido el parque?

-Porque del trabajo que hice en el Ayuntamiento de lo que me siento más orgulloso es el del parque. Fue uno de los que más carga de trabajo me dio.

-Acabamos de descubrir que esa obra acabó costando bastante más de lo previsto...

-Me ha sorprendido bastante, porque cuando salí, hace diez años, no tenía constancia de aquello. No sé si se cargaron otras partidas. No puedo opinar. Sí había una cosa, que ya no permite la Ley de Contratos del Estado y es que en cualquier obra pública que se sacase a licitación las empresas iban a la baja y solían quedársela por porcentajes bajos. ¿Por qué? Porque sabían que los proyectos nunca se hacen con la suficiente precisión como para que después no surjan modificados, añadidos... De eso en algunos casos se ha abusado. Eso ya no se puede hacer y está bien, porque era una falacia. Las grandes obras han venido a costar lo mismo por lo que salieron a subasta, con lo que las bajas eran ficticias. Todo el mundo lo sabía, era un juego bastante estúpido.

-¿A qué se dedica ahora alguien que ha estado en primera línea política durante tantos años?

-Quiero tener la sensación de estar de vacaciones. Cuando acabe el verano pensaré dónde puedo ser útil.

-Antes de ser político, ¿qué era Juan Ramón Casero?

-Mi primer empleo fue en la Confederación Hidrográfica de Sur, como ayudante de obra. No estuve mucho tiempo porque quería aspirar a algo más y el horizonte que tenía era ese y poco más. Un veterano de la casa me dijo algo que me hizo definirme: "Mira, en la Administración tienes seguro los garbanzos pero el tocino lo tienes que buscar fuera".

-Desde la posición que tiene ahora, ¿cómo se ven las cosas?

-En la escala nacional con mucha preocupación. Las incógnitas que hay son importantes, difíciles de resolver y por el camino por el que estamos transitando va a ser imposible. Tanto el PP como el PSOE perdieron una ocasión de oro para haber hecho al principio de la legislatura una gran coalición. Entiendo que el PSOE, que no estaba muy asentado, y el PP, que tampoco estaba en la mejor época, y la ausencia de líderes con suficiente carisma, lo impedía. Pero en uno y otro partido había personas que hubieran sido capaces de propiciar esa gran coalición. ¿Por qué? Porque es evidente que las cosas en España habían cambiado y siguen cambiando. Cambiar el cuerpo constitucional completo, los estatutos de autonomía; cambiar leyes orgánicas básicas, como la de Educación, a través de un gran pacto de estado hubiese sido importante en estos cuatro años.

-Y todo ello con la irrupción de los nuevos partidos.

-Claro. Seguro que traen buenos propósitos, pero tienen poca o casi ninguna experiencia en la administración. Dentro de las leyes a las que me refería una de las cosas que más falta hace es cambiar la Ley de Administración Local. El régimen del funcionariado es algo demencial. Tenemos excelentes profesionales sobrecualificados para la tarea que hacen pero sin ningún estímulo. Se culpa mucho a los políticos de los males de la administración actual, no sin razón, pero también es verdad que el cuerpo funcionarial que tenemos no tiene aliciente ni interés ninguno.

-¿Esperaba lo que ocurrió el 24 de mayo en Málaga capital?

-Sinceramente, no. Creía que el alcalde tenía tirón suficiente como para haber sacado la mayoría.

-El señor De la Torre explica los resultados aludiendo a la política nacional, a haber llevado como número 2 al presidente del partido...

-Las he oído todas. Y todas tendrán su fundamento. Es evidente que cuando no se alcanza el resultado que uno espera hay diversas circunstancias. Sobre la polémica del número 2, me pareció bastante artificioso. Bien es verdad que en la política todo tiene un límite. Hay un viejo aforismo que todos conocemos: "Se suele entrar por la puerta grande y si no se marcha uno a tiempo acaba saliendo por la ventana". Eso nunca se tiene que olvidar.

-Suena a mensaje...

-No, no, me he limitado a citar un aforismo.

-En el partido existirá el debate sobre De la Torre. ¿Lo más adecuado es que acabe el mandato?

-A la organización le quedan pocas opciones. Si está convencida de que es su candidato y el candidato está convencido de que es capaz de llevar adelante los cuatro años.

-Podría ocurrir lo que pasó con Pedro Aparicio y el PSOE...

-No recuerdo que Aparicio diese paso al siguiente.

-No, lo que ocurrió es que el PSOE perdió las siguientes elecciones.

-Es difícil. Sólo con una circunstancia extraña, como cuando el actual alcalde alcanzó la Alcaldía porque a la señora Villalobos la hicieron ministra.

-Tras ocho años como concejal del Ayuntamiento de Málaga, dejó de formar parte de la candidatura del PP en 2011. ¿Fue una decisión voluntaria o forzada por la falta de cariño del candidato?

-En el partido ya se había planteado la necesidad de ir renovando los equipos. Con la salvedad de Antonio Cordero; el resto, caso de Diego Maldonado, Antonio Urda... lo hicimos voluntariamente.

-¿Su relación con De la Torre?

-No es la persona con la que salgo por la noche a tomar copas.

-¿Pero hay alguien que salga con el alcalde a tomar copas?

-Si, sí, sí. Muchas más de las que usted piensa.

-Le pregunto esto por ciertos episodios que se dieron en su día.

-El alcalde tiene una gran formación, enorme capacidad de trabajo, memoria de elefante y una dedicación absoluta, casi enfermiza, a la ciudad y sus problemas. Y eso le hace ocuparse quizá más allá de lo que debe de tareas que tiene encomendadas a terceros. En los ocho años en que he estado en el Ayuntamiento hemos discutido muchas veces porque ideas que yo le traía no le parecían bien o al contrario. A partir de ahí la decisión era suya.

-Usted tuvo una etapa importante en el Parlamento. Son célebres sus disputas verbales con la entonces consejera de Economía, Magdalena Álvarez.

-Y también mis propuestas; fui el ponente del PP de la Ley de Presupuestos desde 1990 hasta 2003. Me siento muy satisfecho de aquella época porque se trabajó duro y bien. Debe haber pocos diputados de la oposición que fuesen ponentes en tantas leyes en los catorce años en los que estuve allí.

-¿Entiende lo que ocurre con el PSOE y Andalucía?

-El PSOE es algo así como el Barcelona CF para los catalanes. Ganó la mano, con la inestimable ayuda entonces del ministro Clavero y de otras personas que luchamos por la autonomía al mismo nivel que Cataluña y el País Vasco, en esas elecciones. Y a partir de ahí creó las condiciones adecuadas para que todo el mundo lo tuviese como referencia. Eso es muy difícil de cambiar. Quizás el PP no encontró la manera de posicionarse, anduvo de un lado a otro y eso tampoco es bueno.

-¿Son tiempos ocurrencias?

-Uno de los males que tenemos ahora es ese. En esto de ser políticamente correcto y de dar más que tú uno se encuentra cosas peculiares. La más graciosa es lo que hizo Podemos de poner un salario para todos los españoles, luego sale el señor Sánchez hablando de la renta mínima. El primero que habló de eso fue Milton Friedman, el paradigma del capitalismo. Ahora vamos a hacer una carrera a ver quién ofrece más a quien le hace falta, como si fuese el caramelito. Es excesivo, un engañabobos. ¿Por qué se da, para qué, en qué condiciones y de dónde sale? Si no va añadido de todo eso...

-¿Imaginaba lo ocurrido con los ERE, los cursos de formación...?

-La verdad es que no. Siempre he pensado, y estoy convencido de ello, que la mayoría de las personas que están en la política es gente honrada. Para ser político hace falta, primero, vocación; después, formación, y luego, dedicación. Y paciencia y mucho sentido común. Es verdad que en política se está para gobernar, pero sin olvidar que el objetivo es que ello redunde en un mayor beneficio para los ciudadanos.

-El nivel de la clase política...

-Ha bajado bastante. No hablo del nivel intelectual. He conocido a diputados licenciados que se podían haber quedado en su casa, y otros rasos, que venían del pueblo, pero con un grado de sentido común y honradez tan importantes que pesaban mucho más que el grado de formación.

-Me decía que su padre le regaló ese reloj hace 50 años. ¿A qué se dedicaba?

-Era químico y farmacéutico. Fue un pionero. Después lo recordaba con verdadera admiración, en aquellos tiempos no porque nos usaba de conejillos de indias. Nadie pensaba que los alimentos se pudieran enriquecer artificialmente. Mi padre estuvo haciendo ensayos en el laboratorio en el que trabajaba enriqueciendo la miel de abeja con vitamina C. Con la maquinaria y los instrumentos que tenía no podía ir más allá y no cuajó. Al final, y durante años, fue profesor en el colegio de El Palo. Siempre he sido en Málaga el hijo de mi padre y luego, durante una temporada, el padre de mi hija; así que estoy por encontrarme.

-¿Qué le marcó de su padre?

-La libertad que nos dio a todos. Lo sereno con que afrontaba los problemas y su preocupación por mejorar nuestra formación. Cuando iniciaba bachiller me insistía en la importancia del inglés. Y sobre los avances de la técnica. Cada vez que había conferencias en el Ateneo o el Círculo Mercantil, me animaba a ir.

-¿Y de su madre? Una vez me dijo que le cuesta tanto llorar porque se le secó el lagrimal cuando murió su madre.

-Era absolutamente extrovertida, una excelente cocinera y procuraba llevarnos muy derechos. Tenía una zapatilla con una ardilla y la ardilla alguna vez se nos quedó grabada en la pierna. Era aquella época en la que no se traumatizaba a un niño por darle un alpargatazo por haberse portado mal.

-Que sepa que en la Junta le echan de menos por lo del Metro.

-Mejoramos la interlocución. Era una obviedad admitir que el Metro había que hacerlo.

-Sigue sin hacerse...

-Sí. Personalmente el último tramo me parece innecesario.

-¿Llegar hasta Atarazanas?

-Sí.

-¿Lo dejaría en El Corte Inglés?

-Lo dejaría ahí. Y si hay que avanzar lo haría hacia el norte por el Guadalmedina. Nunca he creído esas encuestas que se han barajado que por el mero hecho de llegar el Metro a la Alameda iba a incrementar la rentabilidad de la línea. El tren que va a Fuengirola para en la margen derecha del río y se puede pasar por un paso subterráneo. Algo parecido podríamos haber hecho con el Metro.

-Pero se ha convertido en una obsesión lo de llegar al centro.

-Lo del Metro al centro era porque en algún momento se pensó en que se hiciese un ferrocarril por la costa. El dinero que se va a gastar en ese tramo lo podríamos gastar con más éxito en acondicionar la Alameda, que se ha deformado desde su origen. Habría que hacer un gran paseo. Y calle Larios prolongarla hacia la Alameda. Revitalizarla, porque ahora mismo está bastante perdida. Da igual estar en el centro de Málaga que en cualquier pueblo. No ves nada más que autobuses y poco más.

-Con el discurrir de los años parecen evidente los errores cometidos en el impulso del proyecto.

-El error básico del Metro es el propio Metro

-Explíquese.

-Yo fui ponente de la Ley del Transporte Metropolitano en Andalucía. Fue una ley que nació ante la posible reacción ciudadana por la ampliación del Metro de Sevilla. En Sevilla podía tener explicación, en cierto modo. Pero después de lo ocurrido con la Expo, el PSOE se temía que hubiese una reacción ciudadana fuerte y probablemente hubiese ocurrido e incluso el PP hubiese entrado. ¡Al enemigo ni agua! Pues al enemigo ni agua, pero luego ni es enemigo y al adversario hay que darle de beber también. Pero no hacía falta Metro. Se declaró metropolitano para que fuese competencia de la Junta. En Málaga no era necesario el Metro, pero qué hubiésemos dicho los malagueños si en los presupuestos de la Junta se hubiesen previsto cientos de millones para Sevilla y no para Málaga. Le faltaron al PSOE reflejos; quizá también a nosotros, porque se podía haber dicho que esos mismos millones se podían haber gastado en otras cosas. Una pena.

-En materia de infraestructuras, ¿qué déficit detecta en la capital?

-Hubo una que se debió haber acometido que es el soterramiento del Paseo de los Curas. Hubiera aliviado mucho el tráfico en ese nudo que es el de Cánovas del Castillo.

-¿Ha seguido el debate sobre La Mundial?

-Es un debate bastante peculiar, característico de la ciudad. Porque el edificio tiene el valor que tiene. Es bastante más importante el proyecto que se va a realizar que el mantenimiento del edificio, por muy de Guerrero Strachan que sea. El último acuerdo plenario es demencial, porque hay un contrato firmado y darle vuelta atrás al contrato llevaría al mismo rumbo que el Astoria y el Victoria.

-Que es otra cosa demencial.

-Pero ahí la Junta tuvo bastante que ver. Puso todas las pegas para que no se hiciese.

-Sí, ¿pero eso justifica gastar 21 millones en un edificio que lleva cinco años sin actuación?

-No parece que sea lo mejor.

-¿Le ve solución?

-A corto plazo no hay ninguna porque no hay recursos ni públicos ni privados. A medio plazo supongo que sí. Me parece que la idea inicial, para la que Salvador Moreno Peralta tenía un proyecto avanzado, que compatibilizaba la ampliación de la Casa Natal Picasso con espacios comerciales y viviendas es lo más adecuado.

-O sea, que teníamos que haberlo dejado como estaba.

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