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El PP y la encrucijada de la Alcaldía

  • De la Torre, tras 18 años al frente del Ayuntamiento, mantendrá hasta fin de mes la duda sobre si aceptará o no la petición del partido de repetir como candidato

El PP y la encrucijada  de la Alcaldía

El PP y la encrucijada de la Alcaldía

Veintitrés años después de llegar a la Alcaldía de Málaga, la única de las grandes ciudades que mantiene hoy en el escenario nacional, el Partido Popular se encuentra en una encrucijada. A poco más de un año vista de las municipales de 2019, la disputa en torno a la sucesión o no del actual alcalde, Francisco de la Torre, está tocando de lleno la imagen de la formación. Los últimos movimientos conocidos muestran al presidente provincial, Elías Bendodo, pidiendo formalmente al regidor que vuelva a ser el cabeza de cartel popular en las elecciones que vienen.

Una petición más en respuesta a las continuas demandas de De la Torre, que insistía en que debe ser el partido el que proponga al candidato, que a un interés cierto de la organización por colocar de nuevo al ya veterano mandatario como referente. Lejos de que esta propuesta haya difuminado las dudas del alcalde, parece haberlas fortalecido. De la Torre no solo no ha dado un sí por respuesta, diciendo categóricamente que "ha estado y está en el no", sino que se ha dado hasta finales de mes para deshojar definitivamente la margarita.

En este asunto, De la Torre parece querer llevar al extremo una de las cualidades que los que le conocen le asignan con facilidad: la indecisión y la duda. Si semanas atrás reclamaba datos que le permitiesen construir el escenario de su decisión, ahora llega a preguntarse por las razones que llevan a la dirección provincial a proponerle el reto de la reelección cuando no estaba en los planes iniciales. Quizás con ello busca un reconocimiento más cerrado en torno a su figura.

Los hechos avalan la sospecha del regidor, toda vez que apenas un año después de lograr la victoria en los comicios de 2015, con una pérdida de seis concejales, una maniobra de Juan Manuel Moreno Bonilla, ya entonces presidente regional del PP, y del propio Bendodo buscó su salida de la Alcaldía con destino al Congreso de los Diputados. Su respuesta fue contundente: no. Y no solo eso sino que consolidó su compromiso electoral de mantener la vara de mando hasta el último día del mandato, frustrando las aspiraciones del PP de realizar una transición tranquila entre el delatorrismo, instaurado como sello propio, y el, previsiblemente, bendodismo. Probablemente los actuales fangos vienen de aquellos lodos, incrementándose la distancia entre las dos principales figuras populares en la capital. Y para más, entre el potencial sucesor y el que iba a ser o será sucedido.

Los gestos de displicencia de De la Torre hacia Bendodo han sido cuanto menos llamativos. El mismo día en que el presidente del PP se autoseñalaba como posible candidato del PP en 2019 y aseguraba tener el aval del alcalde, éste lo ignoraba y aseguraba que eran muchos los que podían ocupar su puesto al frente de la lista del PP. Nunca ha señalado De la Torre a Bendodo como posible sucesor. Y eso, en esencia, es un problema para el propio Bendodo, sabedor de que buena parte de las opciones de convertirse en alcalde pasan, si no por que el actual inquilino del sillón presidencial le respalde, sí al menos por que no actúe como su opositor.

La maniobra de Bendodo, al formalizar la petición al alcalde para que opte por cuarta vez a la reelección, busca, justamente, evitar que se le pueda imputar que fue quien enterró políticamente el delatorrismo. Al apuntarle con el dedo como el señalado, sin ni siquiera haberle anticipado su planteamiento, deja en el tejado del regidor la última palabra. Cuando de De la Torre se trata, siempre tiene la última palabra. Y la misma será dicha, ya sea en dirección al sí o al no, cuando febrero consuma su último aliento.

Ni la aparición de Rosa Francia, esposa de De la Torre, parece que vaya a acelerar el pensamiento del alcalde. El papel de la consorte municipal adquiere un nivel de relevancia pocas veces conocido, más aún cuando no tiene atribuido papel institucional alguno. Esta misma semana, cuando su marido viajaba con rumbo a Bruselas, Francia le inquirió a que adelantase su pronunciamiento y que rechazase la invitación del partido.

Al día siguiente fue a más. No solo se reafirmó en el mensaje, sino que aprovecho la ocasión para cuestionar el modo en que el PP estaba procediendo en el asunto de la sucesión. Sea como fuere, si de su mujer y sus hijos dependiese, De la Torre acabaría el mandato y diría adiós a la Casona del Parque. "Debe de costar mucho pensar en la despedida porque ha vivido muy entregado y despedirse siempre cuesta; me da mucha penica que llegue ese momento, pero hay que saber ser objetivos y pensar que ese momento llega y hay que saber afrontarlo", llegó a decir su esposa. Incluso aplaudió, con no poca ironía, el consejo que, en Málaga Hoy, le dio la ex alcaldesa Celia Villalobos a De la Torre cuando recordó que "hay que saber cuándo irse de los sitios". Francia, aceptando como válida la máxima, le recordó a quien lleva casi 30 años como diputada nacional que debe "aplicarse el parche".

El debate que desde hace meses se mantiene en torno al futuro del PP y la Alcaldía amplifica su dimensión por el valor estratégico que tiene para una organización que, en 2015, no fue capaz de lograr gobierno en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza y Bilbao... Málaga es, por méritos propios, la plaza fuerte de los populares en el ámbito municipal. Un título que otorga una mayor complejidad a la operación.

Ya en 2015 el PP le pidió de manera insistente a De la Torre que se presentase. Los datos internos apuntaban que era el modo de conservar el Ayuntamiento. Lo hicieron con la connivencia de Ciudadanos. Ya en aquel entonces el alcalde se hizo de rogar, aceptando el ofrecimiento como un gesto de responsabilidad ante la necesidad del partido; ya en aquel entonces su mujer le hizo prometer que no volvería a ser candidato. Tres años más tarde se repite el escenario y, como en aquel entonces, la brújula que permitirá al PP salir de la encrucijada vuelve a estar solo en la cabeza de De la Torre.

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