Málaga

Servicios y compañía a cambio de tiempo

  • El Banco del Tiempo cuenta ya con 62 usuarios que han realizado casi 300 horas de intercambio · Los arreglos en el hogar, el yoga y los masajes están haciendo furor

Hace medio año se puso en marcha en el centro de Málaga un banco muy particular, el Banco del Tiempo. En una sociedad en la que casi todo se hace por dinero, se inició un sistema de intercambio de servicios en los que la moneda que tiene validez es la hora. Se acumula en la cuenta del que las ofrece y se canjean al recibir la ayuda de otro. El Área de Igualdad de Oportunidades de la Mujer, en colaboración con el Área de Participación del Ayuntamiento de Málaga iniciaron este proyecto que ha sido acogido con una gran aceptación en la ciudad. Ya hay 62 personas inscritas y se han realizado casi 300 horas de intercambio.

Aunque ya son muchos los usuarios del Banco del Tiempo que se conocen, se han organizado talleres de confianza para que cada cual presente sus ofertas y demandas ante los demás. El último tuvo lugar en la sede de la Asociación Arrabal, gestora del proyecto junto a la Federación de Asociaciones de Mujeres Ágora. Allí se reunieron más de una veintena de clientes de esta particular entidad, algunos de los más veteranos, otros que ni siquiera aún se habían inscrito. Todos tenían delante una lista con los nombres, sus número de contacto y sus correos electrónicos para concretar los servicios que podían ofrecer o recibir.

Pepe Vázquez es el número 4 del registro y sus excursiones de senderismo están causando furor entre los asociados. Ya han realizado cinco salidas que han servido no sólo para conocer el paraje natural en cuestión, sino también y sobre todo para crear lazos de unión y acercar a personas de distintas generaciones, ocupaciones y hobbies. Otro de los usuarios, Rafael Bryan comenta que hizo ya su primer intercambio con Fátima, a la que ayudó con la compra. A pesar de tener tan sólo 37 años, una enfermedad reduce la movilidad de Fátima que asegura necesitar "ayuda en casa". "Estar encerrada las 24 horas del día me está matando", confiesa esta usuaria que ha encontrado la solidaridad y la compañía en el Banco del Tiempo.

Manuel Pérez ofrece clases de taichi y defensa personal. También es una actividad que está convocando a un buen número de adeptos y las agentes del tiempo -María Nieves Gómez Crespillo y Laura López Moreno, las responsables de que la maquinaria vaya funcionando- proponen buscar un espacio cerrado para poder hacerlo en grupo en esta época del año. Todavía el Banco del Tiempo no tiene un lugar físico propio y este tipo de talleres y actividades conjuntas cuesta organizarlas. Por el momento, los lunes, miércoles y viernes comparten oficinas en la calle Victoria, 11. Allí reciben a nuevos usuarios, dan información y llevan las cuentas de los debe y haber de cada asociado.

A Adilina Aranda le preocupa deber muchas horas al banco, dice que no está acostumbrada a las "trampas" y no quiere comprometerse "a más de lo que puedo dar". María Nieves y Laura la tranquilizan al comentarle que hay otras maneras de ofrecer su tiempo, como prestándose a las tareas de voluntariado. Los que quieran tendrán una oportunidad de canjear horas en la campaña que el próximo 25 de noviembre se va a realizar contra la violencia a la mujer.

Adilina tiene una máquina de coser rota, una Singer que le regaló su padre cuando era una niña, y uno de los usuarios se ofrece a arreglarla. También están teniendo un éxito inesperado las reparaciones de Jerónimo Cabillas. Arregla bicicletas, motos, persianas y tiene, como bromea, "un máster en chapuzas". Aunque también ofrece conversaciones en inglés, consejos sobre educación canina y talleres de relajación, un completo kit de servicios.

"Yo me enteré por una noticia que vi en televisión y aunque no soy del centro, sino de un lateral, quería formar parte de esto", confiesa María del Carmen Sánchez. Ella es profesora de corte y confección y se ofrece también para hacer la compra y enseñar platos de cocina mediterránea. Su principal demanda son las clases de informática. Las de Lulú España, profesora de Inglés prejubilada, son las reparaciones domésticas, la pintura de paredes y el arreglo de ropa. "El Banco del Tiempo está siendo una experiencia muy interesante, una oportunidad de hacer lo que me gusta, conoces a gente y pones en práctica tus habilidades y tus hobbies", comenta Lulú.

Ella practica yoga, hace masajes, reiki y shiatsu. Una media de seis personas acuden todos los lunes a sus clases. "Esta iniciativa creo que es una forma de hacer la sociedad más solidaria y más justa, hay mucha gente sola y es una manera también de crear relaciones", afirma Lulú España, que ha entablado una buena amistad con Adilina. "Estoy entusiasmada y contagio a todos, soy el banderín de enganche", añade Adilina Aranda.

En esta entidad el capital humano es tan diverso que te pueden hacer desde un masaje de la técnica metamórfica a clases de pádel, de patinaje, arreglo de juguetes para asociaciones benéficas, asesoría nutricional, acompañante para hípica, creación de centros florales y realización de documentales y vídeos publicitarios, como ofrece Marcelo Eduardo Sanfelice, un periodista argentino que ya ha realizado su primer trabajo sobre el Banco del Tiempo.

Entre los usuarios hay también personas de la política local como Gemma del Corral, directora del Área de la Mujer, y Carmen Casero, directora de Asuntos Sociales. Del Corral ofrece acompañamiento para realizar compras, además de servir de asesora de imagen y protocolo. Carmen Casero, por su parte, se oferta como guía de la ciudad mientras que demanda clases de baile y de danza del vientre.

"La gente está muy animada, vemos muchas ganas de participar, ya tienen autonomía y ellos mismos recaban sus propias citas sin pasar por nosotras como intermediarias", explica María Nieves Gómez Crespillo. Una vez que han recibido un servicio, se les pide una valoración. "Esto está basado en la confianza, no pedimos certificados ni acreditaciones y suponemos que saben hacer lo que ofrecen", añade esta agente del tiempo y subraya que "son favores, no podemos catalogarlo como trabajo".

El fin de esta actividad es que la "gente aprenda, que se abra a la confianza de su vecino", dicen las responsables, y aseguran que además de estar recibiendo muy buenas opiniones de los intercambios les ha sorprendido que se haya activado tan rápidamente. "Que tanta gente se mueve sin un fin económico ni laboral, en algo voluntario y altruista, es superpositivo", declara Gómez Crespillo.

Los usuarios tienen desde la pasada semana sus cheques de tiempo, documentos que se canjean en la sede del banco. Y a partir de enero dispondrán de aulas para celebrar los talleres. En Navidad quieren hacer una exposición fotográfica sobre el medio año de vida de esta iniciativa solidaria.

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