el prisma

De la Torre y el marqués

  • Solo si el regidor ha mantenido un diálogo metafísico con el marqués, conociendo su apego por su actual ubicación, se entendería que haya afeado a los técnicos la idea de mover la estatua

La estatua del marqués de Larios.

La estatua del marqués de Larios. / javier albiñana

Solo el alcalde, Francisco de la Torre, puede encontrar un problema donde no lo hay. Pocas veces un proyecto de ciudad auspiciado, defendido e impulsado por él es capaz de concitar tanto apoyo a su alrededor. Y a pesar de ello, él solito, sin necesidad de adversarios externos que lo acosen, genera la controversia. Genio y figura este alcalde, capaz tanto de asir la bandera de la capital durante 16 años sin despeinarse como de poner piedras en el camino a todo proyecto que se ponga sobre la mesa. Decía con acierto un enemigo sincero y cercano de De la Torre, el antiguo presidente del Puerto, Enrique Linde, que el regidor tiene la particular capacidad de destejer por la noche lo que teje por la mañana, comparando la figura del veterano mandatario municipal con la de Penélope. Su capacidad para dudar de todo lejos de convertirse en un atributo de un dirigente cauto, puede acabar perjudicando el avance normal de esa ciudad a la que tanto quiere.

El último ejemplo a agregar a una bolsa ya repleta de episodios de incertidumbre protagonizados por el alcalde es el de la Alameda Principal y la apuesta generalmente apoyada de cerrar al tráfico los laterales norte y sur. Lo curioso del caso es que los interrogantes que De la Torre genera en su propia cabeza no tienen en la peatonalización de esta vía su origen, sino en la posibilidad razonable y razonada de que la intervención afecte a la glorieta del Marqués de Larios.

Una glorieta, con una imagen histórica en su centro. En su particular deriva de pensamientos no ofrece una solución alternativa que permita dibujar el plan que ha ideado. Se ha limitado a cuestionar, de manera desafortunada, el ejercicio de transparencia realizado por los técnicos del departamento de Arquitectura de la Gerencia de Urbanismo, responsables de la propuesta final de intervención. En la reunión mantenida la pasada semana con los grupos de la oposición, en la que estuvo presente el propio De la Torre, estos técnicos no tuvieron reparo en exponer la opción manejada de eliminar la glorieta, procediendo a su vez al traslado a otra ubicación de la estatura realizada por Mariano Benlliure. Lo que de inicio no parecía más que un apunte de una intervención de ciudad, ha acabado degenerando en una tacha sobre una operación de regeneración absolutamente necesaria. Lo paradógico es que quien enciende la mecha es el propio regidor, que opta por cuestionar a esos profesionales y la oportunidad de explicar el asunto en cuestión en lugar de confiar en el buen tino de quienes tienen en sus manos buena parte del diseño de esta ciudad. Y de los que es directamente responsable, no solo como alcalde sino como presidente de la Gerencia.

La imprudencia demostrada en este asunto por el alcalde es mayúscula, dejando la duda sobre el futuro desarrollo de esta iniciativa. ¿Hay que analizar más el asunto antes de plantear el traslado del Marqués de Larios? ¿Por qué, si todos coinciden en que su actual emplazamiento es de todo menos oportuno? ¿Acaso no es extensa la queja de colectivos que inciden en el maltrato que la imagen del marqués recibe desde hace años por efecto de la contaminación del tráfico y de los humos del aparcamiento de La Marina? Hasta las cofradías han sido más cautas de lo que ha sido el alcalde en este tema.

La pregunta es qué voces ha escuchado De la Torre en las pocas horas transcurridas desde que Arquitectura presentó la propuesta a los grupos municipales y el momento en que decidió saltarse el guión esperado y afeó lo expuesto. Quizás todo sea más sencillo de lo que parece, quizás disponga de un hilo directo con quien resultaría ser damnificado con el traslado, quizás la siempre duda metódica con la que De la Torre afronta los temas del día a día se ha convertido en este caso en metafísica. Quizás el alcalde ha consultado al marqués y le ha preguntado si le gusta la idea de mudarse a otro espacio. Con De la Torre nunca se sabe.

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