Málaga

"Un acto oficial es como una obra de teatro"

Rafael Illa (Lisboa, 1952) cumplió ayer 20 años al frente del protocolo del Ayuntamiento de Málaga. Ha guiado las buenas formas de los tres alcaldes de la democracia: Pedro Aparicio, Celia Villalobos y Francisco de la Torre, sin que apenas se note su trabajo. El periodista lleva la prudencia en el sueldo, pero una conversación con él supone todo un recorrido por los aciertos y fracasos, por las entrañas del timón municipal, casi desde el inicio de la democracia. Es la segunda persona con más antigüedad de la Casona del Parque, después del concejal Antonio Cordero, que ya se sentaba en el Salón de Plenos en el 87.

-Usted llegó al Ayuntamiento de Málaga hace 20 años de un día para otro. ¿Cómo ocurrió?

-Todo empezó en Nueva Zelanda, en Auckland. Málaga era candidata a celebrar el Congreso Mundial de Enfermería, el más importante del momento. Yo trabajaba en un gabinete El Corte Inglés de captación de congresos. Me enviaron allí para preparar la estrategia de la candidatura, junto al embajador de España en Nueva Zelanda y el presidente del Colegio de Médicos. La ganamos, pero nunca se celebró porque coincidió con la segregación de Torremolinos en 1988 y nos quedamos sin el Palacio de Congresos de Torremolinos. Allí me vieron trabajar Antonio Cordero, que entonces era el portavoz del PP en la oposición, y Paco Bóveda, concejal de Turismo. En aquél entonces ocurría que el equipo de gobierno delegaba a veces en la oposición. Cuando regresé a Madrid recibí una carta y, tras una entrevista con Pedro Aparicio en el Parador, decidí embarcarme en esta aventura que dura veinte años.

-¿Qué es el protocolo?

-Muchas veces, lo que la gente piensa que no es. Un jefe de protocolo acompaña y ubica a las autoridades en un acto determinado y organiza los eventos en el Ayuntamiento. También supervisa los actos en los que está presente el alcalde. Me intereso de cuál es el programa, en qué espacio se va a mover, si tiene que hablar o no. A veces tengo que consensuar el orden de intervenciones. También llevo la correspondencia institucional del alcalde y estoy atento a cualquier acontecimiento que se genere en la ciudad, así como de la agenda del alcalde para tenerlo todo preparado. Todo está previsto en el Ordenamiento General de Pertenencia del Estado, que sitúa a todo el mundo en su sitio. A veces hay que aplicar la ley y otras el sentido común.

-Hay quien dice que el mejor protocolo es el que no se nota.

-Cuando todo sale bien no se nota. Ahora, como lo más mínimo salga mal, una megafonía que no funciona, alguien que no está invitado y se siente agraviadoý se nota a distancia y además la gente no lo olvida. Así han salido muchos jefes de protocolo por la puerta grande.

-Recuerdo el día que el alcalde se quedó fuera de la inauguración de la Feria de los Pueblos, que organizaba la Diputación. ¿Cómo vivió aquel momento?

-Tienes que valorar que estás en el contexto de una precampaña electoral. Sugieres y reclamas la presencia de tu alcalde. Pero lo que tienes que evitar es que eso derive en una discusión porque tienes que tener respeto hacia los asistentes.

-¿También forma parte de su trabajo organizar las mesas de una comida en función de intereses?

-Es cierto que cuando montas una comida, estudias la mesa dependiendo de lo que quieras que sean los ejes de conversación. Nadie se da cuenta. Una cena o un almuerzo bien organizado es cuando además de respetar la jerarquía institucional, estudias quien tiene que hablar con quien.

-¿Cómo organiza la presencia de los o las consortes, especialmente intensa en campaña electoral?

-Nos genera situaciones complicadas que hay que resolver. El consorte no existe en protocolo, pero hay que contemplarlo. La ley tiene muchas lagunas.

-Alguna vez ha dicho que quería hacer un manual. ¿Estas corporaciones tienen todavía mucho que aprender?

-Sí, lo haré con el tiempo. Será un manual práctico. También tengo intención de hacer un manual de estilo para que concejales, alcalde y autoridades abriguen la idea de personalizar las cartas.

-Usted ha sido jefe de protocolo con los tres alcaldes de la democracia: Pedro Aparicio, Celia Villalobos y Francisco de la Torre, ¿cómo ha sido y es trabajar con cada uno de ellos?

-Siempre me hacen esa pregunta y para no repetirme siempre digo que cada persona es distinta, tiene un carácter distinto. Con unos trabajas de forma más fácil y con otros pues menos.

-¿Con cuál ha sintonizado más?

-Hay gente con la que tienes más empatía que con otra, pero es mejor no responder esa pregunta para no herir sensibilidades.

-¿Cómo ha visto en estos 20 años la evolución de los partidos, de la ciudad?

-Ha sido una evolución justa. Creo que los tres alcaldes han trabajado mucho por la ciudad, para que despegue. Aquí noto que los plenos duran muchísimo y es así con los tres alcaldes, quizá menos con Celia Villalobos. En cuanto a la ciudad, las necesidades eran distintas. Con Pedro Aparicio había calles sin asfaltar, no había saneamiento. Pienso que los alcaldes han hecho lo mejor que podían para la ciudad.

-Supongo que el protocolo también se tiene ahora más en cuenta que en 1987

-Sí, antes no existía la importancia de los mass media. Nosotros nos consideramos directores de escena. Un acto es como una obra de teatro, con protagonistas, elementos humanos, que son las autoridades, y materiales, como la ornamentación floral o el plasma para proyectar.

-Creo que hay una buena anécdota con la 'indiscreción' del Salón de los Espejos

-Eso fue en la elección de Miss Universo. El Salón de los Espejos sirvió de camerino para las misses antes de bajar a hacerse la foto porque no había otro sitio. Se protegió la intimidad de aquellas señoritas. Miss Canadá notó que era observada por alguien. Estaba todo cerrado. Alguien me comentó que una de las aureolas comunican con la torre del reloj y que se bajaba hasta ella por unas escaleras interiores. Ella me juró que se movían los ojos de uno de los personajes retratados en la parte superior del salón. Le pedimos disculpas, pero nunca llegamos a averiguar quién fue. Intenté comprobarlo y subí a la torre del reloj y es cierto que había unas comunicaciones interiores.

-Hay quien piensa que las autoridades están demasiado sometidas a los actos y visitas oficiales desde la mañana a la noche. ¿Cuándo gestiona un alcalde?

-Quitándole tiempo al sueño, a la familia. Si yo lo he quitado durante años, ellos lo quitan mucho más

-¿Ha tenido la tentación de saltar la línea y pasarse a la política?

-Creo que hay una frontera que no debe cruzarse, ni la tentación de caer en la política ni de valorar los actos desde el punto de vista político. Es una tentación que un jefe de protocolo debe evitar. Hay dos reglas: una, el sentido común, y otra, no valorar políticamente nada. He tenido ofrecimientos como cualquier profesional los tiene. El estar en primera fila no me seduce. Ni en la última. Cuando estudiaba siempre me ponía en la segunda fila.

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