Los testimonios de los vecinos

"Los autobuses creaban un tsunami y el agua entró como una ola"

  • La lluvia dejó en Héroe de Sostoa viviendas, locales y garajes anegados

  • Muchos trabajadores interrumpieron su descanso para achicar agua y salvar la mercancía

No fueron pocos los que ayer, mientras achicaban agua de sus negocios, vehículos y viviendas, hacían referencia a la cadena de inundaciones de 1989, que dejó ocho fallecidos en varias semanas, además de barriadas incomunicadas y trabajadores encaramados a los tejados de sus naves. Los vecinos lamentaban que Málaga se hubiera llevado, de nuevo, la peor parte del temporal con una tromba de agua que en la capital afectó especialmente al distrito de Carretera de Cádiz.

Fue en torno a las 7:00 cuando comenzó a reinar el caos. La zona de Héroe de Sostoa, que resultó la más perjudicada, sufrió daños en casas, garajes y locales, muchos de ellos anegados. Varios conductores encontraron, además, su vehículo desplazado del punto en el que los dejaron estacionados como consecuencia de las lluvias y se afanaban, al descubierto, en sacar el mayor agua posible del interior. Uno de ellos relataba que hacia las 8:00, hasta la avenida de la Paloma, "era todo una piscina". "Creo que como estas inundaciones ha habido pocas", manifestaba.

Otro de los afectados esperaba bajo la lluvia a que la grúa retirara su coche para desplazarlo hoy a un taller. "Salimos a la calle y el agua nos llegaba hasta las rodillas. Esto pasa porque las alcantarillas no se limpian. El Consorcio de Compensación de Seguros tendrá que hacerse cargo de los daños", destacaba. La gasolinera Alaska volvía de nuevo a sufrir los efectos de la tromba. "Los autobuses, al pasar, creaban un tsunami que hacía que el agua entrara como una ola hasta la última esquina", relataba uno de los trabajadores, que al igual que otros vecinos de la zona cree que debió de suspenderse mucho antes el servicio de la Empresa Malagueña de Transportes (EMT). Horas después del desastre continuban limpiando el local.

Durante la jornada, que se tradujo en un continuo devenir de imágenes entre usuarios, varios trabajadores se vieron obligados a acudir a sus negocios para tratar de poner a salvo, al menos, la mercancía más valiosa. Para algunos era ya demasiado tarde. Los responsables de una agencia inmobiliaria aseguraban haber perdido ordenadores y documentación. "El agua estaba a una altura de entre 15 y 20 centímetros. Cubrió las torres de las máquinas y vehículos que teníamos en el garaje, que estaba inundado", indicaba uno de ellos.

El caos era visible también en las instalaciones de más de 2.000 metros cuadrados con las que cuenta la empresa Oportunidades Málaga, situada junto al mercado municipal. Los encargados ensalzaban, entre fregonas, cubos y mopas, la ayuda prestada por amigos y familiares para adecentar el interior. La lluvia había perjudicado principalmente las sábanas, telas y edredones de la zona de hogar y cortinas. "Nos avisaron antes de lo que había ocurrido pero no pudimos entrar hasta las 12:00. La Policía estaba achicando agua. Esta calle, -la Hoz- se inunda mucho. Algunos pasaban y se quedaban a ayudar", resaltaba una de las empleadas. Su intención es abrir hoy al público con relativa normalidad una vez consigan limpiar el barro. Igualmente pretenden hacerlo los comercios asiáticos que suelen dejar en el exterior de su empresa varios artículos para intentar captar la atención de los viandantes. "Está muy mal todo, se ha mojado la comida y la bebida", se lamentaba entre sollozos una vendedora. Un peluquero, otro de los que tuvo que saltarse el día de descanso, precisaba que la comunidad en la que reside estaba inundada. "Esto no es la primera vez que ocurre, pero sí la peor. Esta mañana -por ayer- veía cómo flotaba un coche. Hay que poner una solución porque el problema está concentrado en esta zona, a 200 metros no pasa nada", aseveraba.

Con el temporal llegaron además las críticas a la limpieza de la ciudad y a no haber puesto a punto "las arquetas en tiempo y forma". Algunos se preguntaban "cómo una ciudad como Málaga, a estas alturas y habiendo caído cuatro gotas, podía inundarse". La mayoría achacaba la situación a las redes de alcantarillado, que tildaron de "pésimas". "No he visto nada más sucio que los barrios de los obreros. Las circunstancias son distintas en zonas como Cerrado de Calderón o El Limonar", apostillaba una comerciante. La misma opinión compartía una de las viajeras del autobús de la línea 15, que a su paso por Huelin circulaba con el agua a la altura de las ventanillas. "Al bajarnos, nos cubría hasta la cintura. Solo veíamos agua turbia, no teníamos más visión. Dentro había personas mayores, ha sido horroroso", expresaba.

Un residente que paseaba por el lugar protegido con su paraguas apuntaba que, a su juicio, a Málaga ayer la salvó "la boca del metro, que recogió gran parte del agua". "Era un río. El problema es que ha caído mucho en poco tiempo", señalaba el hombre, que es camarero y, durante dos horas, tuvo que sacar agua con cubos de un bloque en calle Gaucín. "La lluvia llegó hasta el tercer escalón, faltó un centímetro para alcanzar el cuadro de luz y, entonces, aquello habría salido ardiendo", agregaba.

La estampa contrastaba con otros puntos claves como avenida de Andalucía, calle Mármoles y Armengual de la Mota, que a diferencia de otras ocasiones, caso de septiembre y noviembre de 2012, no sufrieron daños relevantes en la vía pública. En algunas viviendas, eso sí, los vecinos se emplearon para evitar que las precipitaciones afectaran al interior.

Por la tarde la situación ya se había normalizado en el entorno de Héroe de Sostoa y San Andrés, hasta el punto de que incluso la parada de Metro de Princesa-Huelin estaba impoluta. "Pensaba que me iba a encontrar esto destrozado pero la verdad es que estaba bien y no he tenido que hacer nada", explicó el camarero de un bar situado en la calle Amadeo Vives. A las 16:30 llovía con cierta intensidad, pero las caras eran otras. La mayoría de negocios de la zona estaban cerrados y sin daños aparentes en su estructura, aunque el susto aún se reflejaba en el rostro, por ejemplo, de una asiática que regenta un pequeño supermercado. "Lo hemos pasado mal y espero que todo vuelva a la normalidad", comentó. A su lado, una trabajadora explicaba a un cliente la fuerte riada que se había producido apenas unas horas antes. Mirando el cielo, con las gotas de lluvia derramándose por los ojos, los pocos viandantes que recorrían Héroe de Sostoa por la tarde rememoraban internamente el aguacero y los tsunami. Lamentablemente, hasta el siguiente.

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