Málaga

La cascada de denuncias por acoso inmobiliario continúa

  • El Defensor del Ciudadano recibió la primera queja del año el pasado día 10 de enero

Crisis o parón en el sector de la construcción, menor aumento de los precios en la venta de pisos, quejas de promotores por la imposibilidad de actuar en el centro histórico de Málaga... Datos todos ellos que muestran una fotografía algo decadente del horizonte inmobiliario pero que no parece reducir el número de inquilinos presuntamente afectados por el acoso inmobiliario de algunos propietarios del casco antiguo. El Defensor del Ciudadano, Francisco Gutiérrez, informó a este periódico de que la primera queja por el efecto de los denominados asustaviejas llegó a su oficina el pasado día 10 de enero, la primera del nuevo año, y que se suma a las casi treinta que fueron tramitadas a lo largo del pasado ejercicio.

Gutiérrez precisó que la protagonista de esta denuncia es una señora mayor, única residente en un inmueble situado en la calle Juan Padilla, 13. Según explicó el responsable público, a tenor de las fotografías tomadas del edificio, las condiciones en las que se encuentra son "lamentables". "Una construcción que carece de calefacción y aire acondicionado, en la que las ventanas están rotas y el portal es un desastre", precisó el Defensor del Ciudadano, quien consideró que es una muestra del deseo de la propiedad por expulsar a la arrendataria del piso. "En lugar de llegar a un acuerdo con ella, la propiedad parece que lo que quiere es hacerle la vida imposible", insistió.

En este caso, como en todos los que han llegado a sus manos, el Defensor del Ciudadano ha remitido la documentación a la Gerencia de Urbanismo, departamento con el que se mantienen contactos desde hace varios meses para intentar evitar la proliferación de estos casos. El caso de esta anciana sigue la tónica de los expedientes abiertos por Gutiérrez.

El perfil habitual es el de una persona de edad avanzada, que vive sola y que lleva residiendo en el mismo piso desde hace décadas. Todos ellos suelen ser objeto del acoso de los dueños de los inmuebles, interesados en desalojarlos para poder demoler la construcción y edificar nuevamente sobre la parcela, beneficiándose de un espacio en auge.

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