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Tras los cementos limpios

  • El grupo de la UMA Cristaloquímica de Materiales trabaja desde hace un año en la obtención de un cemento Portland que contamine un 15 por ciento menos con la misma calidad que el convencional

ES posible reducir las emisiones de CO2 de las cementeras? La respuesta es que sí". Miguel Ángel García Aranda, profesor del departamento de Química Inorgánica y Cristalografía de la Universidad de Málaga lo tiene claro. Tan claro que lleva ya un año centrado en la búsqueda de materiales menos contaminantes junto a casi una veintena de investigadores. "No es tanto hacer cosas nuevas, sino modificar los procesos para hacerlos menos contaminantes porque no podemos seguir con el ritmo de desarrollo que tenemos ahora", explica este experto.

Su objeto de estudio son los llamados cementos tipo Portland, muy utilizados en la construcción. Su obtención a través de la calcita -carbonato cálcico- es la responsable de que el proceso de producción le pase una elevada factura a la atmósfera. "El seis por ciento del CO2 que el hombre emite viene de la industria cementera y ese porcentaje es aún más alto en el caso de España", afirma García Aranda. Su apuesta pasa por "modificar la composición química del producto" hasta lograr un material que dañe menos el medio ambiente. El interés social de este proyecto es más que evidente. De ahí que los cerebros de la UMA hayan logrado apoyo económico de la Junta de Andalucía a través de un proyecto de excelencia por tres años dotado con casi 170.000 euros.

La meta no es sólo hallar cementos más limpios, sino lograr que, además, sean igual de duraderos y que se endurezcan con la misma rapidez que los convencionales. Estos dos últimos factores son claves porque sin ellos será difícil que el esfuerzo de los investigadores sea secundado por una apuesta decidida de la industria cementera.

El objetivo concreto es hallar un material que contamine un 15 por ciento menos, que no sea más caro, que dure lo mismo y que fragüe al mismo ritmo que el que se utiliza actualmente. García Aranda advierte de que el apoyo de los productores es fundamental no sólo a posteriori, sino también para la propia investigación. "Si conseguimos ese material que buscamos tendremos una patente, pero será un éxito parcial porque sería a escala de laboratorio. Después habría que hacer un segundo proyecto a escala semi industrial, más caro, y es ahí donde necesitamos contar con las cementeras, con sus instalaciones", argumenta el profesor.

El grupo que lidera García Aranda gestiona ya el respaldo del sector a su plan investigador sin que por el momento ninguna empresa haya confirmado su interés por implicarse en el proyecto. "Financiera y Minera lleva ya un año estudiando la propuesta y no sabemos si finalmente decidirá apostar por esto", apunta el experto.

El trabajo que dirige García Aranda se enmarca en los estudios que desarrolla el grupo de investigación Cristaloquímica de Materiales, que puso en marcha Sebastián Bruque a finales de los 80. La de los cementos no contaminantes es sólo una de las tres líneas de análisis actuales del equipo, bajo el objetivo común "de reducir la emisiones de CO2 a la atmósfera". Las otras dos inciden en la creación de "materiales híbridos que contribuyan a la economía de hidrógeno" y en la búsqueda de dispositivos electroquímicos que transformen la energía química en eléctrica".

"Pensamos que el siglo XXI es el siglo del medio ambiente", concluye el profesor García Aranda. Su apuesta personal por la sostenibilidad pasa por lograr una construcción más limpia: "Cuando hablamos de contaminación solemos pensar en el transporte y es cierto que es el responsable del 40 por ciento de las emisiones de CO2 a la atmósfera; las cementeras emiten sólo el 6 por ciento, pero hay una diferencia clara, que están localizadas y es más fácil incidir en ellas".

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