Málaga

Una dulce salida a la crisis

  • Han fulminado sus ahorros, esperan aún las ayudas prometidas y critican los impuestos, pero Flor y Andrea son dos inmigrantes que han visto en el autoempleo la oportunidad

Flor lleva un año y dos meses en Málaga. Esta colombiana de 42 años llegó huyendo de la violencia en su país y "buscando un nuevo futuro" junto a su hijo. Su marido la esperaba en España con la idea de montar un negocio propio para cubrir la demanda que había observado en la población latina. Este pasado verano abrieron la panadería y pastelería Las ricuras de Santi. Andrea vino antes, en 2005, procedente de Argentina. Y no encontró ocupación más dulce que la de elaborar chocolates artesanos basados en productos típicos malagueños. Aunque con dificultades, ambas han sabido buscar en el autoempleo la oportunidad de capear la crisis.

"Mi marido se dio cuenta de que no había panaderías latinas para nuestra gente, que tenían que comer algo a lo que no estamos acostumbrados", explica Flor Alba Calderón. Ambos conocían "el arte" de la elaboración de pan y dulces y el local perfecto para vender sus productos, la plaza Murillo Carrera en el barrio de Huelin. "Estamos en una plaza totalmente colombiana, tenemos al lado un restaurante de comida colombiana y en frente un asador de pollos al estilo de mi país, también un bar y un locutorio", afirma Flor.

Ya sólo faltaban los pandebonos, los buñuelos, la avena y la torta típica para completar el círculo. "Era cuestión de aprovechar ese potencial, así que la aceptación fue muy buena desde que abrimos", dice la empresaria colombiana. Pero no todo ha sido tan fácil. "Hemos gastado todos nuestros ahorros, mi madre hipotecó su casa en Colombia para mandar el dinero y colaboraron otros amigos", comenta Flor. Entidades como Arrabal y Málaga Acoge le asesoraron en cuanto a las ayudas que existen y Promálaga le ofrece gestoría gratis durante un año.

Hace mes y medio le aprobaron una ayuda de 7.000 euros para autónomas, aunque aún no ha llegado. Con ese dinero comprará congeladores y mejorará la estética del negocio. Su próximo reto, llevar su pan a otros municipios de la provincia. "Ser autónomo cuesta mucho, el trimestre, el IRPF, todos los impuestos... Aquí el que es autónomo es valiente porque los impuestos nos comen desafortunadamente y los negocios pequeños se ven ahogados, eso es lo único malo", confiesa.

Pero todo el sacrificio le merece la pena en un lugar que "nos da la oportunidad de mejorar". A esta pareja de emprendedores colombianos "no nos aterra la crisis, porque nacimos en crisis y hemos vivido en ella y esto es un paseo". La finca que tiene en su país está en pleno territorio de la guerrilla y el miedo sí que era argumento suficiente para paralizar a cualquiera. "Además en Colombia cuando pasas de los 30 años ya eres un viejo y nadie te contrata en ninguna parte". Por eso Flor dejó 16 años de estabilidad en una empresa de seguros de decesos y no dudó en comenzar de nuevo.

Andrea López Lorenzen estudió hasta segundo de Geología en Argentina, aunque desde siempre le gustó hacer chocolate. En 2005 vino a España y en la tienda de souvenir de su marido en Nerja nació la idea de hacer un chocolate turístico, un producto de Málaga enfocado a los visitantes. De ahí que junto al chocolate francés utilice higos, mangos, pasas y frutos secos como almendras, nueces y avellana para crear los más golosos recuerdos. "También estoy trabajado para poder sacar un bombón con vino de Málaga", dice Andrea, autónoma desde hace un mes y con una tienda en el Muelle Uno.

El obrador está en Vélez-Málaga, donde reside, aunque aún no lo tiene habilitado porque se lo impide su falta de liquidez. Su marido cerró la tienda y lo vendió todo para afrontar el proyecto de Andrea. El obrador de chocolate La Yaya ganó la X edición del Concurso de Proyectos Empresariales Diseña tu futuro, hazlo ¡ahora!, una iniciativa puesta en marcha a través del Organismo Autónomo Local de Desarrollo Integral del municipio veleño. El premio, 3.600 euros que aún está a la espera de recibir. Con este dinero espera poder aumentar la producción.

"De producción nuestra tenemos tabletas de un kilo que se venden al peso", relata esta emprendedora argentina de 33 años. "Y lo que más hemos vendido son los higos secos de Frigiliana que llevan una almendra dentro y están bañados en chocolate negro o con leche. Eso está de muerte, ha gustado muchísimo", añade. También hace mendigos, tabletas más pequeñas con frutos secos y pinchitos de nubes bañadas en chocolate y recubiertas de coco, crocantes de almendras o naranja.

Que su dulce sueño se está haciendo realidad con mucho esfuerzo lo sabe. Lo que no tiene claro es si seguirá en el Muelle Uno. "Ahora no está funcionando nada, no es lo que esperábamos, perdemos dinero", se queja. El motivo, según Andrea, es que la gente llega para pasear y comer pero no a comprar, y lo peor, que los autobuses cargados de turistas de cruceros pasan de largo para parar a la entrada de la calle Larios. "Es desesperante", asegura y señala que tan sólo dos cruceristas han entrado en su negocio desde el mes de diciembre.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios