Málaga

"El barco empezó a girarse y el agua comenzó a subir por las ventanas"

  • Un matrimonio de Málaga viajaba en el crucero que naufragó en Italia con 4.229 pasajeros a bordo · Tres muertos, 40 heridos y 70 desaparecidos al chocar el 'Costa Concordia' contra las rocas.

"Contaron que se encontraban en el comedor preparados para la cena de gala. Entonces cuando se aproximaban a la isla sintieron un gran golpe y las luces se apagaron. Vieron como el barco empezaba a girarse y por las ventanas como subía el agua". Este es el relato que Isabel Rodríguez y su marido José hicieron a su suegra para explicarle el naufragio que acababan de vivir la noche del viernes en el mar Tirreno frente a la isla de Giglio, en el centro de Italia.

El matrimonio de malagueños viajaba en el buque de crucero Costa Concordia que llevaba 4.229 pasajeros a bordo cuando chocó contra las rocas y se quedó escorado pegado a la costa. Con un saldo de tres personas muertas, 40 heridas y 70 no localizadas anoche al cierre de esta edición.

"No os preocupéis, estamos los dos bien". La malagueña Isabel Rodríguez llamó a las 00:30 a Churriana para dar señales de vida. La comunicación fue breve. Apenas tenían batería en el teléfono móvil, por otra parte la única pertenencia que pudieron sacar del barco. Su suegra lo contaba ayer: "Cuando se produjo el accidente estalló el nerviosismo y la gente empezó a gritar y llorar. Comenzaron a bajar por las escaleras en medio de un gran revuelo y confusión (la mayoría de mujeres descalzas porque todas estaban con tacones debido a la etiqueta que exigía el protocolo de la cena de gala) y no recuerda ni cómo salió".

Ayer volvieron a ponerse en contacto telefónico. Según relató a este periódico Yoanna Baena, una prima de Isabel, llamaron para comunicar que habían pasado la noche en un colegio donde habían pasado bastante frío porque no había mantas para todos. No llevaban encima nada más que lo puesto, aunque la compañía los trasladó enseguida a un hotel de Roma y allí pudieron al menos ponerse unas zapatillas.

Isabel Rodríguez es camarera y su marido, José, trabaja en Mercamálaga. Tienen una hija de 14 años y habían decidido disfrutar de "unas vacaciones románticas en pareja" después de años de sacrificios dedicados al cuidado de la niña. Por eso habían elegido este crucero por el Mediterráneo.

En el barco viajaban 177 españoles (18 de ellos andaluces), 107 latinoamericanos (de Brasil, Argentina, Perú, Venezuela, Chile, Cuba, México, Ecuador, Colombia, República Dominicana y Uruguay) y un andorrano, además de casi un millar de italianos, 569 alemanes y 462 franceses, los tres países con mayor número de pasajeros por delante de España.

Un grupo de nueve españoles de Mallorca que iba en el crucero buscaba en el puerto de San Estefano (frente a Giglio) a uno de sus familiares, del que no tenía noticias desde el naufragio al cierre esta edición. Otro joven de la misma isla española, alojado en un hotel de Roma, tampoco tenía noticias desde anoche de los dos amigos que le acompañaban.

El naufragio se produjo a las 21:40 hora local del viernes (20:40 GMT) cuando el barco se dirigía desde el puerto de Civitavecchia, a 70 kilómetros al norte de Roma, hacia Savona (noroeste de Italia), etapa de un crucero por el Mediterráneo que tenía escalas en Barcelona y Palma de Mallorca (España), así como Palermo y Cagliari (Italia) y Marsella (Francia). Hasta el momento se desconocen las causas del suceso, aunque se baraja la posibilidad de que el capitán siguiera una ruta equivocada, ya que el buque no debería encontrarse en el punto donde recibió el impacto contra las rocas a ambos lados del barco, que le hicieron quedar escorado a 80 grados y encallado en un banco de arena de 30 metros de profundidad.

El barco de pasajeros chocó contra las rocas cuando se encontraba a 300 metros de la costa, según un portavoz de la propietaria del barco, Costa Cruceros, Gianni Onorato. "En el momento de la colisión con una roca, el comandante estaba en el puente", señaló Onorato, que insistió en que la roca no estaba en las cartas de navegación.

Según contaron los pasajeros, se escuchó un fuerte golpe y a la vez se fue la luz, tras lo que el comandante del barco llamó a la calma, asegurando que se trataba de una avería eléctrica.

La solidaridad afloró entre las personas que acudieron a ayudar a los supervivientes del crucero, mientras la angustia se apoderaba de quienes esperan noticias de sus seres queridos aún sin localizar. Los vecinos de la pequeña isla de Giglio abrieron sus puertas a los que llegaban exhaustos y les dieron abrigo, al igual que los habitantes de la localidad cercana al puerto de San Estefano. Los vecinos de la localidad llevaron comida y ropa a la escuela Giuseppe Mazzini habilitada para recibir a los evacuados.

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