Málaga

El empuje turístico reduce el paro a cifras desconocidas desde 2008

  • La tasa de desempleo baja en Málaga al 21,9%, gracias a las 28.300 personas que el sector servicios ha inyectado al mercado

Turistas en una terraza.

Turistas en una terraza. / m. h.

Málaga registra la menor cifra de parados de los último nueve años. La Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al segundo trimestre de 2017 rebaja la tasa del desempleo al 21,94%, el mejor dato conocido desde septiembre de 2008. La reactivación del mercado laboral todavía no alcanza las cotas previas a la crisis, cuando el índice de paro se situaba ligeramente por encima del 10%, pero sí está a años de luz de marzo de 2014, cuando el 36,6% de la población activa de Málaga no tenía trabajo.

La EPA recoge que en junio de este año había 166.900 personas sin empleo en la provincia de Málaga, 33.500 menos que en el primer trimestre de 2017. La cifra tiene aún más valor porque a diferencia de lo que ha ocurrido en otras ocasiones no se ha hecho expresamente a costa de la caída de la población activa, sino porque 29.300 personas se han incorporado al mercado de trabajo.

El segundo trimestre del ejercicio ha concluido con 593.700 personas ocupadas, un 5,6% más. El número es histórico. Para encontrar otro mejor hay que remontarse al tercer trimestre de 2008. Este hito es posible gracias a la fuerza propulsora de los servicios que han inyectado 28.300 trabajadores nuevos. Es decir, el mercado de trabajo se mueve al ritmo que marcan las actividades vinculadas al turismo. Tanto es así que casi el 84% de la población ocupada de la provincia en este momento trabaja en el sector de los servicios.

Junio cerró con 498.400 personas empleadas en este segmento, que experimentó un crecimiento del empleo del 6% respecto a marzo de este año. La intensidad del dato, no obstante, tiene también que ver con el hecho de que la Semana Santa, con su lleno total, cayera en el mes de abril.

Si se analiza la evolución de los servicios en el segundo trimestre desde 20017, se puede comprobar que la provincia ha alcanzado una cima histórica, solo superada y por los pelos en junio de 2015. Por ejemplo, la cifra de ocupados en los servicios en junio de 2008, cuando todavía se discutía si había crisis o solo desaceleración, era un 52% inferior a la actual.

Fuera del gran paraguas del turismo y las actividades relacionadas el mercado laboral tiene muchísima menos vitalidad. Solo hay 95.300 personas en la provincia empleadas en otros sectores, de acuerdo con la información de la EPA publicada ayer. Por orden de importancia figura la construcción con 42.300 trabajadores, aunque en junio solo había 400 más que en el primer trimestre. Después aparece la industria con 36.600 personas ocupadas, 1.100 más que en marzo, lo que supone un aumento del 3,1%. La agricultura es la única actividad que ha menguado en este periodo al contar con 16.400 empleados en Málaga, 600 menos que en el primer trimestre (-3,5%).

Además del significativo empuje del turismo y los servicios la EPA contiene otros elementos para el optimismo porque la población activa tiende a estabilizarse. El número de trabajadores activos (ocupados y desempleados en buscan empleo) se eleva a 760.600 personas en Málaga, 3.800 menos que en marzo de este ejercicio, pero una cifra prácticamente idéntica a la registrada a finales de 2016. Si se echa la vista atrás se puede ver que la población activa actual es equiparable a la de 2009, aunque entonces la tasa de paro era notablemente superior.

Esta evolución parece indicar que se ha detenido la deserción de trabajadores, un fenómeno que ha sido muy significativo durante los últimos años, unas veces porque se trataba de parados de larga duración que agotadas las esperanzas desistían en su empeño y otras porque se trataba de jóvenes que decidían dejar de intentarlo para volver a los estudios. La variación más sensible se registró entre el diciembre de 2014 y diciembre de 2016 cuando 56.200 personas desaparecieron de la población activa de Málaga, circunstancia que evidentemente no se podía explicar desde la perspectiva demográfica y exigía tener en cuenta lo que los economistas denominan efecto desánimo.

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