Tercera semifinal del carnaval de málaga

La esencia del Carnaval

  • Brillante noche en murgas y comparsas con ovaciones del público en todas las actuaciones. Córdoba y Antequera, pese a sus dificultades previas, llegaron para sumar.

Las ricachonas de la murga del Susi levantaron el Teatro antes de culminar su actuación.

Las ricachonas de la murga del Susi levantaron el Teatro antes de culminar su actuación. / J.L. Pérez

Las lecturas que una semifinal del Carnaval puede sacar son muchas y variadas. Desde la que puede hacer una persona que jamás había escuchado a una agrupación hasta la del veterano coplero que, con las arrugas de sus ojos dispuestas, ha decidido este año sentarse a ver al presente cerca del Paraíso. Pero todas las visiones tienen algo en común: hay una esencia que hace de cada actuación una reliquia guardada en los recuerdos tras atravesar la retina.

La tercera noche del Concurso de Canto fue la de las esencias. Cada agrupación tiene un sello propio que estuvo presente y que, independientemente de lo que a partir de esta misma noche ocurra, dejará una senda marcada para el futuro y el infinito. Abría la noche la disciplina en versión infantil, con Bajo el cielo de París, comparsa alhaurina que echó en falta al público en un Teatro donde todos suman y que, paradojas de esta fiesta, muchos reclaman un tiempo para la cantera a la que luego no acuden a ver.

Pese a las muchas dificultades encontradas por el camino, el cuarteto Las Ventanillas del Torcal dejó su marca y grito de guerra. Sebastián, el recepcionista del albergue rural antequerano, conectó con el público. Fue una noche complicada para ellos y se notó, si bien contaron al respetable que su compañero Diego no había podido estar por un malogrado incidente. Gran guiño a los otros dos cuartetos en juego con la aparición de Santi y Lama como figurantes de refuerzo para reducir al ladrón. ¿La esencia? Su naturalidad les hace disfrutar enfrente del coloso azul.

La comparsa del Arroyo de la Miel volvía al Cervantes con un tipo que impresionaba menos en la escena que en 2016, por lo que su esencia se limitaba a las voces. La elegancia de esta comparsa es santo y seña, sin perder el tono ni la oportunidad. Mejores sus pasodobles y un popurrí de su tradicional estilo, recordando que “los pequeños placeres son los que no valen dinero”. La grandeza de las coplas.

En el corazón de la semifinal, la comparsa Delirio unía a las tres agrupaciones de la modalidad en la escena con guiños a las que no pasaron a esta fase. Las letras de sus pasodobles se grababan a fuego en un alarde de denuncia positiva, donde las mujeres de trono y Federico García Lorca se plasmaron como reivindicaciones que nunca se deben olvidar. La potencia de voz debe ser su exigencia en las próximas actuaciones para tocar lo más alto, pero sin perder su sello de delicadeza maestra.

Cerraba la noche El Cajonazo, la comparsa de Pino y Manu que contaba con el ‘hándicap’ de una penalización por pasarse de tiempo. Desde el cajón del costurero aparecían unos tipos cuidados con detalle y con unos coros de voces que plasman cada año en la escena. Su pasodoble a las abuelas, pura delicia. Delicadeza, tesón y muchas ganas de ver subir el telón el próximo viernes les llevó a levantar al público incluso antes de culminar su actuación.

Misma suerte corrió la murga del Susi con Vitoria, malagueña y exquisita que desde el vídeo de presentación (un aplauso por Carlos Murante) ya arrancaba risas y no pudo acabar sin que la gente estuviese ya de pie. Las ricachonas de calle Larios no sufren miseria y el tipo se ajusta hasta extremos insospechados, pero siempre dejan hueco para la reivindicación del pueblo llano. Cristo y lo suyos hacen de la cotidianeidad de la Málaga poco permisiva para la mayoría virtud en sus cuplés. Eso sí, que ninguna agrupación se vea multada aunque a las señoronas les guste en el fondo por cantar en la calle.

De Cristo a Cristo. De Málaga a Córdoba. La fuerza que Las Marisoles sacaron como animales de escena sumaba a su particular y tradicional gracia natural y diversión pase lo que pase. Trabajadas las chicas del tiempo que han hecho viral su cuplé a Sergio Ramos y le han dedicado otro para luchar por un puesto en la final. No se lo han puesto fácil al jurado, y más cuando los pasodobles dedicados al maltrato psicológico y los desahucios se ejecutan con tanta garra y potencia vocal.

En su retorno a las tablas del Cervantes, la murga de Carlos Pariente dejó claro que su sello llega pegote a pegote. ¿Salimos o no? deja al público con el chascarrillo en la boca mientras sale del patio de butacas en dirección al descanso. Sus indecisiones y frases incoherentes a posta, además de las apariciones estelares de los jugadores del Málaga Club de Fútbol Kameni y Duda sirvieron para no dejar de soñar con lo que aún tiene que llegar. La calle, más allá del concurso, a todos ellos les espera.

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